Por Adrián Taccone
Diego, hoy como si fuera ayer: 20 años
19 de junio de 2006
Este jueves se cumplen 20 años del día en que Diego Armando Maradona convulsionó al mundo futbolístico con dos obras maestras, por la concepción y la picardía.
Fue en el Distrito Federal de México, en el marco del mundial que se realizó en el país azteca, el 22 de junio de 1986.
El partido enfrentó a Argentina e Inglaterra por los cuartos de final. Era más que un partido. Hacía cuatro años ambos países se habían enfrentado en la terrible guerra de Malvinas.
Allí, en ese estadio, ese día, sin más, Maradona armó lo que luego denominó "La Mano de Dios", y posteriormente un golazo de otro planeta, o como dijo el relator Víctor Hugo Morales, obra de un "barrilete cósmico".
La polémica siguió luego del pitazo final. Se hizo mito, leyenda y confesión. Diego reconoció que aquella tarde había colocado su mano-puño izquierdo para vencer en el salto al experimentado Peter Shilton y así marcar el primer gol argentino.
Maradona -como en el potrero- una vez que la pelota ingresó al arco, observó al línea, al árbitro y salió corriendo a festejar. Desatando el delirio de un país.
Pero las emociones no terminaron ahí, porque más tarde, como el propio Héctor Enrique no se cansa de repetir, "le di un pase para dejarlo solo" y Maradona comenzó su apilada monumental.
Fueron algo más de 20 segundos. Maradona apiló a cuanto inglés se le cruzó en el camino.
Fue la jugada soñada, aquella que cada uno de nosotros alguna vez pensó, imaginó o simplemente dibujó en su mente cuando jugaba con los amigos.
Hizo todo perfecto. Incluso el movimiento de eludir a Shilton y mandar el balón adentro de la red.
"Yo diría que fue inteligencia, habilidad. Esto es algo a lo que los latinoamericanos están acostumbrados y quizás no los futbolistas europeos. De eso estoy seguro", le dijo Maradona hace algunos meses a Gary Lineker, el ex goleador inglés que jugó ese partido.
"La verdad que nunca me arrepentí de haber marcado ese tanto con la mano, e inclusive hice otro parecido jugando para el Nápoles contra Udinese en la Liga italiana. Hasta el brasileño Zico, que jugaba para ellos, me preguntó si no me parecía mal, y yo le respondí que para nada", comentó Maradona en su recordado programa de televisión.
"Fue algo que me salió muy de adentro, de haberlo hecho en (el barrio) Fiorito, en las inferiores, también algunos en primera división". Después Shilton dijo que no me invitaba a su partido de despedida porque yo le había hecho un gol que no valía. Y yo le respondí: claro, no voy a poder dormir... ¿qué me importa?", había dicho "Pelusa".
Pero sería mejor dejar volar la imaginación. Retrotraer la mirada en el tiempo o bien colocar en el video o el dvd el gol de Maradona y leer, aunque más no sea, el relato -marca registrada- que concretó ese día Víctor Hugo Morales.
"La va a tocar para Diego: ahí la tiene Maradona; lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tercero ¡y va a tocar para Burruchaga! Siempre Maradona... ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... ¡Goooooolll!! ¡Goooooolll! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golaazo! ¡Diegooooo! ¡Maradooona! ¡Es para llorar, perdóneme! Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina... Argentina dos; Inglaterra cero. ¡Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona! Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por éste... Argentina dos; Inglaterra cero."
Y está todo dicho, nada más que agregar.