El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, recibió el jueves en el Palacio del Eliseo al delantero de la selección de fútbol francesa, Thierry Henry, tras la eliminación del equipo en la primera ronda del Mundial de Sudáfrica.
"La opinión pública exige que arreglemos todo", dijo el mandatario francés, y agregó: "Debemos comenzar desde cero".
Sarkozy canceló una reunión prevista con organizaciones humanitarias para recibirlo e incluso modificó un encuentro con la presidenta suiza, Doris Leuthart, para recibir al futbolista de 32 años, que sólo jugó en el último partido contra Sudáfrica y durante menos de una hora.
Los jugadores del seleccionado francés arribaron el jueves al aeropuerto de Le Bourget, al norte de París, protegidos por un gran despliegue de seguridad, la presencia de muchos periodistas y poco público, informó la agencia de noticias DPA.
Henry se dirigió de inmediato en un coche oficial al Palacio del Elíseo, donde ingresó por una puerta lateral, lejos de los periodistas y fotógrafos que aguardaban frente a la puerta principal de la sede presidencial, muy cerca de la Plaza de la Concorde, en el corazón de París.
La reunión entre Sarkozy y Henry fue de carácter "privado", indicaron fuentes de la presidencia francesa, aunque se sabe que analizaron la actuación del equipo francés, eliminado en primera vuelta en medio de disputas entre los jugadores y el entrenador.
Sarkozy abordó también el fracaso futbolístico con su primer ministro, François Fillon, la ministra de Deportes, Roselyne Bachelot, y la secretaria de Estado para el Deporte, Rama Yade.
Henry, con 123 partidos con los Bleus` y 51 goles, participó en dos de los tres partidos disputados por Francia en Sudáfrica como suplente y no titular.
Francia cayó eliminada el martes como colista del grupo A, tras un pobre balance de un empate (Uruguay 0-0) y dos derrotas (México 2-0 y Sudáfrica 2-1), pero su estancia en el Mundial estuvo marcada además por sus problemas internos.
El sábado, estalló un escándalo al publicarse en la prensa que Nicolas Anelka había insultado duramente al seleccionador, Raymond Domenech, lo que motivó la expulsión del grupo del atacante del Chelsea y, un día más tarde, la negativa de los jugadores a entrenarse como medida de protesta por esa decisión.