Vélez Sarsfield dejó por demás comprometida su continuidad en la Copa Libertadores de América porque pagó muy caro sus fallas defensivas y cayó 3-0 en su visita a Chivas de Guadalajara, en México, en juego de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores de América.
Omar Bravo logró dos goles, uno en cada etapa, el primero valiéndose de un anticipo ofensivo y el otro, al cabecear favorecido por una defensa que pretendió dejarlo en posición adelantada, pero se equivocó muy feo. El último llegó sobre la hora y lo aportó Héctor Reynoso, de penal.
La infracción que derivó en ese penal la cometió el arquero Germán Montoya, con el agravante de que se trató de un último recurso, por lo que fue expulsado. Como los cambios ya se habían agotado, la ejecución la padeció Víctor Zapata, improvisado como guardavalla.
De todos modos, el error que costó el tercer tanto fue de Sebastián Domínguez, quien quedó sin respuesta y así posibilitó la escapada del peligrosísimo Bravo.
El desquite se realizará el martes próximo en el Estadio José Amalfitani.
Bravo, a los 25 minutos del primer tiempo, ya había puesto el el 1-0 al anticiparse a Fabián Cubero para resolver un desborde y asistencia de Omar Arellano por la derecha.
En esa acción y a lo largo de todo el capítulo inicial Arellano fue una pesadilla para Emiliano Papa y Nicolás Otamendi, es decir, el lado izquierdo de la retaguardia visitante.
Papa y Otamendi perdieron tan seguido y de un modo tan claro que el entrenador Ricardo Gareca decidió reemplazar al lateral rosarino por Marco Torsiglieri desde el comienzo del segundo período.
Arellano fue a tal extremo la figura que en la etapa inicial que el local tuvo oportunidades como para obtener una ventaja mayor.
Ni bien empezó el cotejo a Vélez se lo vio dispuesto a sacar provecho de las falencias que mostraban los mexicanos en la última línea, especialmente por la capacidad técnica de Juan Manuel Martínez y Maximiliano Moralez.
Pero el problema para los de Liniers quedó en evidencia ni bien Arellano comenzó a imponerse a Papa y a Otamendi con velocidad, habilidad y convicción.
Por eso en determinado momento pareció que el gol iba a llegar en cualquier momento, aunque faltaba determinar en cuál de los arcos.
Claro que cuando acertó Bravo para el 1-0 la supremacía de los anfitriones se apreció en el tanteador y en el juego.
La fórmula se repetía, pero a las Chivas le servía para descompensar a su adversario. Era cuestión de buscar a Arellano y luego ir en procura del producto de esos desbordes.
Gastón Díaz y Montoya evitaron por entonces que los aciertos de los aztecas se cargaran en el resultado.
Para peor, cuando Vélez dispuso de una ocasión neta, el uruguayo Hernán Rodrigo López remató en forma por demás deficiente.
Para la segunda mitad, con la entrada de Torsiglieri por Papa, Ricardo Gareca optó por corregir fallas defensivas, aunque el preció que pagó consistió en sacrificar salida clara y proyecciones desde la izquierda.
Al Fortinero se lo vio por un rato más firme en el fondo y de nuevo por las virtudes de Martínez y Moralez dejó la impresión de que podía alcancar la igualdad.
Pero Vélez malogró situaciones propicias y, en cambio, una distracción de Cubero le permitió a Bravo poner el 2-0 con un cabezazo libre de marcas.
La equivocación de Domínguez tornó este juego de ida decidamente nefasto para los de Liniers, porque se quedaron sin Montoya y lo que habrá que remontar es nada menos que un 0-3.