Los australianos reaccionaron con disgusto por la eliminación del equipo en el Mundial de fútbol de Alemania 2006 e incluso el primer ministro John Howard calificó diplomáticamente la decisión del árbitro español Luis Medina Cantalejo como "bastante discutible".
El líder opositor laborista Kim Beazley fue más directo y dijo que el español, al conceder un controvertido penal a Italia en el último segundo del partido, estaba poniendo fin al sueño de una nación que no disputaba un Mundial desde 1974.
"Nos robaron, no hay duda", afirmó Beazley. Y sus sentimientos se asemejan a los de millones de hinchas australianos que aún no logran superar el shock que causó cuando el árbitro pitó el penal por la supuesta falta que le cometió Lucas Neill al italiano Fabio Grosso.