El nerviosismo crece en el país africano: en menos de cinco meses comienza el Mundial de fútbol, el mayor acontecimiento deportivo del continente, pero la venta de entradas no acaba de arrancar. Los altos costos pero sobre todo los preocupantes informes sobre criminalidad y violencia parecen desanimar a los turistas.
Los pronósticos económicos son cada vez más pesimistas. Además, crecen las dudas de que en realidad acudan al país 450.000 turistas para presenciar el Mundial.
Y poco a poco muchos sudafricanos se dan cuenta de que todo lo que ocurre en el escenario del torneo es seguido con suma atención por el mundo entero, según un cable de Dpa.
Y eso que ya se ha constatado que habrá fantásticos estadios para el Mundial, que reciben elogios de todos por su belleza y perfección.
Las ciudades se limpian y engalanan como sí pasado mañana comenzase el torneo. Pero hay también otras facetas.
En la televisión sudafricana se entrevistó a dos figuras encapuchadas que amenazaron con robos a mano armada y atentados durante el Mundial.
El jefe máximo de la policía de Sudáfrica, Bheki Cele, se mostró indignado y el jueves calificó de "irresponsables" a los jefes de la televisión.
El ministro de Policía, Nathi Mthethwa, anunció investigaciones contra los responsables de la televisión. Entretanto se detuvo a uno de los entrevistados, un criminal condenado ya varias veces.
Los occidentales que leen los periódicos del país quedan consternados por la multitud de informes sobre delitos y violencia. La verdad estadística de que en Sudáfrica se cometen 30 veces más asesinatos que en Alemania toma forma concreta con noticias sobre muertes violentas, violaciones, robos a mano armada y tiroteos.
En la provincia de KwaZulu-Natal (de cerca diez millones de habitantes) se detuvo en fechas navideñas a 49.000 personas, muchas de ellas por violación, asesinatos y robo.
"Cuando estuve en Sudáfrica aprendí que era mejor no salir solo por la noche", dijo hace poco el defensa internacional alemán Phlipp Lahm en una entrevista con el diario "Die Zeit". La criminalidad sigue siendo la faceta más fea de Sudáfrica y quizás la más intimidatoria.
Quizá sea un motivo de por qué la venta de entradas para el Mundial discurre de modo tan decepcionante. Una razón está clara: el vuelo al Mundial no será ningún placer barato para aficionados de Europa y Sudamérica debido a la enorme distancia que los separa de Sudáfrica.
Para impulsar la venta, la FIFA envió ahora e-mails a personas que no consiguieron boleto, pidiéndoles que los soliciten de nuevo. Aún hay entradas libres para los 64 partidos.
También en el país anfitrión la venta se ha estancado. Los sindicatos exigen una reducción de los precios, que para los sudafricanos van de 17,2 a 144 dólares. Hasta ahora se vendieron menos de un millón de los tres millones de entradas disponibles para el Mundial.
Sudáfrica deposita grandes esperanzas en el Mundial para impulsar la economía, dar alas al turismo, mejorar la reputación del país, la conciencia sobre Sudáfrica y de toda África.
Esas ambiciones se ven amenazadas ante todo por dos factores: los altos costos en época de recesión y la faceta oscura de la realidad sudafricana.
"La criminalidad se ha convertido en la mayor amenaza de nuestra democracia y libertad", se quejó el primer ministro de Kwazulu-Natal, Zweli Mkhize. "Podría hacer menguar la alegría por una fiesta de fútbol preparada de modo maravilloso en un país fascinante".