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Denuncian "limpieza" de pobres por el Mundial
3 de enero de 2010
Seis meses antes del inicio de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, el obispo metodista Paul Verryn, activo y polémico pastor de una iglesia enclavada en medio del difícil downtown de Johannesburgo, asegura que las autoridades están "limpiando" de pobres las calles de la ciudad.

"Tengo una profunda inquietud sobre el hecho de que existe la determinación entre la policía, en el departamento de desarrollo social, por todas partes, de librarse de esta gente, de forma que presentemos una imagen que sea buena, limpia y fresca", aseguró el religioso.

"No verán gente viviendo en la calle, porque las están limpiando. Pero sigue habiendo", añadió.

El Mundial de 2010, que se disputará del 11 de junio al 11 de julio, es el primero que se organiza en África, la región más pobre del planeta. Sudáfrica es el país más desarrollado del continente y las inversiones en los últimos años dejaron nuevas carreteras, remodelados aeropuertos y modernos y funcionales estadios.

"La Copa del Mundo tiene el potencial de hacer algo bueno", admitió Verryn. "Tiene el potencial de lograr que esta nación trabaje otra vez junta, de recordarnos que el mejor legado que podemos dar al mundo es el hecho de que los prejuicios no funcionan. Y obviamente tiene un potencial enorme de traer ingresos. Y podría no ser malo para la nación reír, gritar y disfrutar de nueva cuenta".

Pero, advirtió, "empiezas a escuchar que el gobierno quiere aprobar regulaciones para las trabajadoras del sexo o que se trafica con niñas a través de la frontera. Y si uno sabe que Sudáfrica tiene el récord de violaciones con una cada 17 segundos, entonces entiendan que esté preocupado con lo que va a pasar con el alma de esta nación".

Para el obispo, las mujeres son "ciudadanas de tercera" en Sudáfrica y gran parte del futuro ético del país pasa por la restauración de su "libertad y dignidad".

Casi escondido tras cientos de papeles en su oficina, en un piso de la Central Methodist Church, Verryn habla con la pausa propia de un pastor eclesiástico, pero con la vehemente contundencia de un hombre que cree en la acción. "Tenemos gente apestosamente rica en este país, apestosamente rica", advirtió el obispo, y habló abiertamente de "redistribución" de los bienes, empezando por los de la iglesia.

"El 60 por ciento de la población gana menos de 600 rands al mes (unos 90 dólares). En los años 70, 80, la iglesia vino a este país y dijo que el apartheid era un pecado. La distancia entre ricos y pobres en este país necesita ahora el mismo escrutinio".