Así como el Vélez campeón del Clausura fue modelo de solidez y de eficacia, este de la Sudamericana es un Vélez de los milagros.
Concretó uno en Liniers, en la ida, y repitió aquí. Siempre con héroes que aparecieron desde el banco. Allá, en Buenos Aires, Zárate. Acá, Caruso. La única Copa que a Vélez le falta sigue siendo un sueño posible. Ahora deberá reforzarlo ante Liga de Quito.
Por el 2-3 padecido en la ida, el que debía salir a ganar era Unión Española, pero jugó como si en Liniers hubiera rescatado los tres puntos. Con astucia, cerrándose y explotando los obsequios del rival cuando podía. En cambio, Vélez, el que se había adueñado del triunfo en el primer chico y clasificaba con el empate, exhibió la postura de un equipo necesitado. Se apuró para atacar y entregó demasiados espacios para defender.
Si algo Vélez no debía propiciar era un juego abierto, con chances por igual en las dos áreas. Ese tipo de partido era el que más le convenía a Unión Española. Pero Vélez igual lo hizo. De entrada nomás, propuso un ida y vuelta con llegadas en los dos arcos. A los 5 minutos, por ejemplo, Cordero había desperdiciado un mano a mano y, en el otro área, Rodrigo López había cabeceado apenas desviado.
Vélez, en el medio, había arrancado con Moralez por la derecha, con Razzotti por el centro y con Somoza más adelantado. Y sufría porque Unión Española explotaba la espalda de Moralez con Cordero, apoyado por Ramírez, quien se volcaba a ese sector. El técnico Gareca, a los 15, intentó corregir ese déficit mandando a Moralez de enganche, a Razzotti a la derecha y a Somoza de 5. Pero no hubo caso.
A Vélez ya no sólo le costó defender, sino también atacar y lastimar. En el fondo, desconcentraciones, lentitud, demasiada observación y poca presión. Y allá arriba, imprecisiones y más imprecisiones. Unión Española, para defenderse, apelaba a lo mismo que en Liniers. Se cerraba atrás, dejaba que Vélez se le viniera y lograba que no le visitaran el área con profundidad.
Después, cuando tenían la pelota, los chilenos aprovechaban todas las ventajas con movilidad y con inteligencia. Tanto que Unión Española se fue al descanso ganando 2-0. El primero fue un pase de Canales que era para Ramírez y que Papa obstruyó con esfuerzo, pero hacia el medio, justo por donde entraba Ampuero, quien sacó un remate imparable ante el demorado cierre de Ponce. Y el segundo fue una linda jugada colectiva que contó con un centro exacto de Estévez y un cabezazo impecable de Canales, pero también con el estatismo de Domínguez y de Ponce.
Vélez debía hacer dos goles para asegurarse la clasificación, o para llegar a los penales si Unión Española le convertía un tercero. Y apenas nacía el segundo tiempo, el operativo resurrección empezó a iluminarlo Caruso, quien había reemplazado a Moralez y a una pelota que Papa logró mandar al área la convirtió en 1-2.
Ya estaba adentro Gastón Díaz, por Razzotti. Un cabezazo de Domínguez pasó muy cerca. Hubo un par de rebotes en el área chilena con suerte para Unión Española. El arquero Limenza le sacó una pelota de un ángulo a Caruso.
El héroe de la ida, Zárate, entró para jugar los últimos 17 minutos. Con cuatro delanteros, Vélez fue a puro centro. Creyendo en su juego aéreo y en la debilidad en ese rubro de su rival. Y así encontró el 2-2: la mandó Otamendi al corazón del área, como en el tercero en Liniers, y Caruso, increíblemente solo, hizo el otro milagro.