Independiente pasó de la tibieza al merecimiento, de la ventaja que parecía definitiva y que no supo ampliar a la desazón del castigo del empate. Enfrente estuvo Argentinos, con el que igualó 1-1 en el Cilindro de Avellaneda, sellando un resultado con inconfundible sabor a desencanto.

El conjunto de Miguel Angel Santoro fue superior en el primer tiempo, aunque le faltó algo de profundidad en los últimos metros. Sin embargo, su nivel fue de menor a mayor. Con un Daniel Montenegro algo retrasado y Leonel Núñez muy solitario en sus intenciones de ataque, el Rojo intentó atacar por las bandas, aunque se topó con los marcadores del Bicho y debió recurrir demasiado a los tiros de media distancia y las pelotas paradas.

Leonel Ríos, entonces, fue el que más complicó con sus apariciones. Avisó en el inicio con un remate que tapó Sebastián Torrico, luego con un tiro libre que fue al arco cuando todos esperaban el centro y por último en un mano a mano que terminó con el balón rozando en el uno y Leandro Fleitas salvándolo en la línea.

Núñez tuvo la suya con un remate desde lejos y el Rolfi con un desborde por derecha. Ambos intentos fueron ahogados por Torrico, otro de los puntos altos de la noche.

La segunda mitad decreció en ritmo. Juan Mercier tuvo en sus pies la primera en favor de la visita, pero Fabián Assmann le tapó el remate. Hasta que a los 11 minutos, tras un córner desde la izquierda, Montenegro no encontró oposición y cabeceó a la red.

Entonces sí que pareció que el Diablo había encontrado su premio por lo hecho en la etapa inicial, y pocos habrán aventurado algún cambio en el marcador. Pero lo cierto es que, exceptuando el gol, el complemento fue un bostezo en la labor de Independiente. No sorprendió entonces que Nicolás Pavlovich exigiera a Assmann, pero lo que cayó como un baldazo de agua helada fue el tanto visitante. Sobre todo por el momento en el que ocurrió.

A los 47, cuando ya corrían los cuatro minutos adicionados por Alejandro Sabino, Argentinos tocó por el medio, Leandro Fleitas habilitó al ingresado Andrés Romero y éste disparó para la igualdad.

Poco tiempo hubo entonces para que el hincha local digiriera lo que había sucedido. Su propia languidez había permitido que su rival, volcándose al ataque, le robara dos puntos en el epílogo. Argentinos terminó festejando, e Independiente lamentando sus culpas.