El panameño Irving Saladino, al igual que hizo en 2007 cuando se coronó campeón del mundo de salto de longitud, volvió a emular a uno de sus ídolos, el cubano Iván Pedroso, y logró un histórico oro en los Juegos de Beijing.
Saladino, dueño y señor de la prueba en los últimos tiempos, cumplió con los pronósticos y ganó con una superioridad casi insultante y no necesitó ni una marca de relumbrón para hacerlo.
De hecho los 8,34 que le otorgaron el triunfo son el peor registro de un campeón desde que el estadounidense Randy Williams venció en Múnich'72 con 8,24, pero le valió para recuperar el oro para Latinoamérica que había logrado en Sydney'00 Pedroso y que volvió a Estados Unidos en Atenas'04 gracias a Dwight Phillips.
El panameño tomó la cabeza en la tercera ronda con 8,21 y ya no la abandonó. En el cuarto se marchó hasta esos 8,34 que le bastaron para proclamarse campeón olímpico y cerrar el círculo iniciado en Osaka.
Escoltaron en el podio a Saladino el campeón mundial bajo techo en Valencia, el sudafricano Khotso Mokoena, con 8,24, mientras que el bronce fue para el cubano Ibrahim Camejo, quien con 8,20 en su último intento apartó del podio al desconocido zimbabuense Ngonidzashe Makusha, que con 8,19 saboreó el tercer puesto hasta el final.
Otro componente de la escuela cubana del salto largo, Wilfredo Martínez, finalizó igualado con el zimbabuense con 8,19, pero con un segundo salto peor.