"Estoy segura 100% de que no tomé nada. Estoy frustrada y enfadada. Tomar drogas me daría miedo. Encuentro horrenda esa acusación. Dicen que la cocaína aumenta la confianza en uno y crea un tipo de euforia. No lo sé. Sólo sé que si golpeara la pelota en estado de euforia, no funcionaría; sería imposible mantener la coordinación requerida para jugar en un alto nivel", había descargado Martina Hingis, entre lágrimas, en noviembre último, cuando reveló que había resultado positivo por cocaína un examen antidoping a ella, del 29 de junio en Wimbledon. Y anunció que no competiría más, pues no quería "pasar los próximos años dedicada a luchar contra las autoridades de doping".
El argumento no fue suficiente ante un tribunal y la Federación Internacional de Tenis suspendió a la suiza por dos años desde el 1° de octubre último, le quitó los puntos del ranking mundial logrados desde entonces -ganó tres torneos- y la obligará a devolver los 129.481 dólares -casi 88.000 euros- obtenidos a partir del tercer certamen de Gran Slam.
"El tribunal rechazó la sugerencia [...] de la señorita Hingis de que había dudas sobre la identidad [...] de la muestra atribuida a ella", agrega el alegato, que desecha a su vez el argumento de la negligencia, pues no quedó claro cómo la cocaína llegó al cuerpo de la ex tenista de 27 años, que tendrá tres semanas para apelar.
Hingis fue, a los 16 años, seis meses y un día la Nº 1 más joven de la historia, conquistó cinco pruebas de Grand Slam y dominó el tenis entre 1997 y 2000. Luego, estuvo inactiva desde fines de 2002 por una lesión en un pie y volvió en enero último.
La WTA, organizadora del circuito femenino, difundió su posición sobre el caso: "Apoyamos la existencia de un tribunal independiente en el programa del tenis contra el doping. Dicho esto, nos entristece la noticia por lo mucho que fue Martina para los fanáticos del mundo y las muchas contribuciones que hizo al deporte".