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3 de diciembre de 2024
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Por José Calero
Bush habló, los mercados no le creyeron
21 de enero de 2008
Los mercados dieron hoy una bofetada el presidente George W. Bush y su
débil intento de frenar la cada vez más probable recesión en los Estados Unidos.

El programa de incentivos impositivos presentado por Bush por
unos 145.000 millones de dólares resultó poco para los dueños del
dinero, que pretenden una nueva baja de tasas por parte de la
Reserva Federal y señales más contundentes de que existe voluntad
política y capacidad financiera para socorrer a una banca
estadounidense que quedó al borde del nocaut por el descalabro de
las hipotecas de alto riesgo.

El fenomenal déficit fiscal norteamericano, producto del
gigantesco gasto bélico dispuesto por Bush en su gobierno, es una
de las partes centrales del problema.

Las pérdidas que arrojaron los balances de los principales
bancos norteamericanos, con Citigroup y Merril Lynch a la cabeza,
fueron un dato clave para que los inversores huyeran despavoridos
de los activos que representan mayor riesgo.

La Argentina por ahora dice estar al margen de la hecatombe, a
pesar de que el panel de acciones líderes ya perdió más del 11 por
ciento en los últimos días.

El gobierno basa su lectura optimista en la solidez fiscal, la
robustez de las reservas y la posibilidad de seguir vendiéndole
commodities al mundo.

Pero la administración Kirchner no debería dormirse en esos
laureles y seguir aportando anticuerpos para poner al país lo más
a salvo posible del impacto de una casi segura recesión en la
principal economía del mundo.

Debe tenerse en cuenta que si finalmente Estados Unidos entra
en recesión, dejará de comprar manufacturas a China y el sudeste
asiático.

Así, se frenará la entrada de divisas a esas naciones, y la
consecuencia directa es que contarán con menor poder de compra
para adquirir derivados de soja a la Argentina.

Buena parte del superávit fiscal se explica por los ingresos
que tiene el país por las retenciones a las exportaciones, por lo
que si se resienten las ventas al exterior, significaría una señal
de alarma.

El otro punto está dado por la tozudez de la administración
Kirchner de sostener el ritmo de crecimiento de la economía,
cuando desde distintos sectores se advierte que tal vez habría que
moderar un poco el gasto y aumentar las tasas para incrementar el
ahorro.

Las cartas están echadas y, más allá de la menor exposición que
tiene la Argentina ante problemas serios en Estados Unidos, todo
indica que al país no le saldrá gratis el callejón sin salida en
el que parece haber ingresado la economía norteamericana.