Por José Calero
El desafío de lograr un país que piense a largo plazo
29 de diciembre de 2007
La Argentina cierra el 2007 con sobresalientes indicadores en materia económica, que no en todos los casos tienen correlato en mayor equidad social, y el gran desafío de construir un país donde se pueda pensar a largo plazo.
Hasta ahora, el comercio exterior crece sin freno, las retenciones apuntalan las cuentas públicas y todo indica que el superávit fiscal se mantendrá sin problemas a lo largo del 2008.
El precio de la soja en el mercado internacional alcanzó el mayor nivel en los últimos 34 años y permite augurar larga vida a la "fiesta" de los commodities argentinos.
Pero como la Argentina no da respiro, ya se vislumbra un horizonte complicado para el 2008 en materia económica, cruzado por distintos conflictos.
Los gremios, al fin de cuentas conducidos por "viejos lobos de mar", lograron arrancar varios plus salariales a último momento y dejaron en off side a cámaras empresarias que aparecieron pataleando, pero sin reacción.
Más de 2 millones de trabajadores fueron favorecidos por estas paritarias extra, que servirán para paliar la suba de precios que las manipulaciones en el INDEC no llegaron a disimular a lo largo del 2007.
La nuevamente poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM), de la mano de Antonio Caló, consiguió 450 pesos, mientras que la Asociación Bancaria, timoneada por el histórico Juan José Zanola, logró una suma fija extra, no remunerativa, de 400 pesos para
enero y 450 para febrero, que suscribieron todas las entidades privadas, pero no las públicas.
Lo que disparó el reclamo de un doble aguinaldo fue la decisión de las terminales automotrices de gratificar a sus trabajadores por la cooperación brindada a lo largo del año, que se tradujo en una mayor producción, y la presión que hicieron los camioneros, de la mano del fuerte respaldo que representa Hugo Moyano al frente
de la CGT.
Los aumentos también alcanzaron a trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (porteros), con una gratificación de 300 pesos, y los docentes universitarios.
Esta lógica de "refuerzos salariales" sirvió como un "bálsamo" para los golpeados bolsillos de los asalariados, pero encendió alarmas en el mundo empresario, que se intentaron deslizar, sin mucha suerte, en el marco de la reunión que la UIA mantuvo con Lousteau en la última semana del año.
Ante los primeros comentarios sobre la cuestión salarial, el ministro de Economía, Martín Lousteau, buscó bajarle el tono a la preocupación industrial, y dijo no estar preocupado por los reclamos salariales de los sindicatos.
Desde la óptica de Lousteau, los gremios apelan a la estrategia de hacer exigencias elevadas para luego sentarse a negociar, por lo que sugirió tranquilidad a los empresarios.
En la UIA no están tan de acuerdo, y algunos de sus directivos se retiraron algo desencantados de la primera reunión cara a cara con el joven funcionario.
Para la central fabril, el gobierno debería dar una señal más firme a los gremios de que las "exigencias desmedidas" de aumento salarial pueden terminar complicando el horizonte económico positivo que tiene el país.
Pero Lousteau no cree que esto sea así: el ministro entiende que los fundamentos de la economía dan aire para ir introduciendo en forma gradual la sintonía fina que falta para garantizar un camino de crecimiento sostenido en el 2008.
Aquí la principal duda surge por el lado de la financiación necesaria para aumentar las inversiones, un tema que no termina de cerrar para el empresariado.
Hay quejas fabriles porque el sistema financiero no libera los créditos que necesita el aparato productivo para consolidar sus metas.
Hasta el cambio de gobierno hubo gran expectativa entre los empresarios por la posibilidad de que se pusiera en marcha en forma rápida un banco de desarrollo.
Pero los primeros pasos del gobierno de Cristina Fernández no dieron demasidas pistas sobre la decisión de avanzar en ese camino.
Esto generó algo de ansiedad entre algunos dirigentes de la UIA que apostaban a ese proyecto, que incluso se debatió en el último encuentro que la entidad realizó en Pilar.
Varios sectores fabriles ya anunciaron que tienen cuellos de botella en la producción y que necesitarán financiamiento a bajo costo y largo plazo para hacerle frente.
La Argentina por ahora tiene un horizonte complicado en materia financiera, porque casi todo el circuito de apoyo internacional está cerrado, a excepción Venezuela, que continúa comprando bonos de la deuda.
El año próximo el Gobierno necesitará salir a buscar unos 7.000 millones de dólares, y para ello alcanzar un acuerdo de refinanciación de deuda con el Club de París será clave.
A ese conglomerado de países ricos la Argentina le adeuda unos 6.200 millones de dólares, y la expectativa es que el acuerdo se alcance en el primer semestre del 2008.
Así, a pesar de los buenos números de la economía, el principal desafío para la Argentina sigue siendo construir una Nación donde sus ciudadanos y los agentes económicos puedan planificar a largo plazo, y no sólo atender los "incendios" de la coyuntura.