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3 de diciembre de 2024
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Por José Calero
Allanan la pista para el aterrizaje de Cristina
11 de noviembre de 2007
Cristina Fernández no debe sufrir grandes sobresaltos durante el
primer tramo de su mandato, con el fin de permitir la ejecución de
la "sintonía fina" necesaria para pasar del crecimiento al
desarrollo.

El concepto resume la decisión que el matrimonio presidencial
parece haber adoptado en su "retiro espiritual" de El Calafate, y
que comenzó a implementarse esta misma semana.

La suba de retenciones, cierta desaceleración del gasto y el
traspaso de empleados echados del INDEC a la órbita del fiel
ministro Miguel Peirano, forman parte de un mismo conjunto.

También la consolidación del presidente del Banco Central,
Martín Redrado -quien tiene acuerdo del Senado hasta septiembre de
2008-, la "marca de cancha" a los empresarios, la gestión del
ministro Julio De Vido ante el líder de la CGT Hugo Moyano y la
señal al Club de París de que se acerca un acuerdo.

El gran objetivo es preparar el desembarco "suave" de Cristina
en el Sillón de Rivadavia.

Este gobierno nunca se manejó con la idea de anunciar grandes
planes, y siempre optó por aplicar medidas graduales y a distinto
tiempo. Todo indica que lo mismo ocurrirá con Cristina.

Por eso, conviene analizar algunas decisiones tomadas en los
últimos días, ya que representan indicios de hacia dónde va la
Argentina en materia económica.

La decisión de subir retenciones a las exportaciones
agropecuarias apunta a dar más aire a las cuentas públicas,
sacudidas por el aumento del gasto en la campaña electoral, pero
sobre todo representan una herramienta eficaz para combatir la
inflación.

Para Peirano, la suba de las retenciones a las exportaciones de
soja, trigo y maíz responde más a motivos antiinflacionarios que a
la necesidad de subir la recaudación, porque se busca evitar que
el aumento de los commodities impacte sobre la canasta alimenticia.

Pero el aumento de las retenciones no sólo representan una
herramienta de lucha contra la inflación, sino que también
servirán para robustecer el frente fiscal en unos 5.000 millones
de pesos anuales.

El campo montó en cólera, a pesar de la promesa oficial de que
el dinero se destinará a subsidios para que los productores puedan
invertir sin subir los precios.

Es que no siempre queda claro si la totalidad de los fondos se
trasladan a subsidiar precios, o algo queda en el camino del
barril sin fondo del gasto público.

Por eso, desde el Foro de la Cadena Agroindustrial propusieron
esta semana una reducción "gradual" de las retenciones a las
exportaciones.

Según los cálculos que hacen en ese sector, eliminar
retenciones provocaría un aumento del 14,5 por ciento en la
canasta alimentaria.

Proponen suplir ese incremento con "vales alimentarios"
destinados a los sectores de menores recursos.

Pero la suba de retenciones, si bien aparece como la medida de
mayor impacto y amaga con desatar un paro del campo, se suma a
otras decisiones destinadas a ayudar a la presidenta electa.

Así, Kirchner parece sentado sobre la billetera y ya avisó a
todos los ministerios que se olviden de gastos adicionales al
menos hasta principios del año próximo.

Sólo autorizó transferencias a municipios y provincias por poco
más de 200 millones de pesos, como "premio" al esfuerzo electoral
realizado.

Pero en las reparticiones públicas saben ya que deberán
olvidarse este año de brindar con champán.

Otra medida destinada a descomprimir fue la decisión de Peirano
de absorber a los empleados echados por el polémico Guillermo
Moreno en el INDEC.

Caso raro el de Moreno en el gobierno: muchos de sus pares le
tiene recelo, el empresariado busca esmerilarlo por lo bajo y está
siempre en el centro de la tormenta, pero el Presidente lo
sostiene y la primera dama piensa darle un ascenso.

Todo indica que Moreno pasará a Enarsa cuando se inicie el
mandato de Cristina.

Tanto apego por Moreno se explica en la fidelidad militante del
funcionario y en cómo manejó con mano férrea los precios, pero
también en su paso por la Secretaría de Comunicaciones, donde
mantuvo a raya a las telefónicas.

No obstante, el error en que podría caer el presidente, pero
especialmente su esposa sucesora, sería pensar en que adecuando el
termómetro del INDEC se soluciona el problema de la inflación.

Hará falta recomponer la imagen del INDEC en los primeros meses
de gobierno de Cristina, y para ello será necesario llamar a
concurso para cubrir los cargos clave y dotar de independencia al
organismo, una tarea que el gobierno no parece dispuesto a conceder.

Redrado, Peirano y siguen las firmas...

Cayó bien en los mercados la cada vez más aceitada relación
entre el titular del BCRA, Martín Redrado, y el ministro de
Economía, Miguel Peirano.

El primero tiene acuerdo del Senado pero, además, la confianza
de Cristina, y Peirano sería ratificado por la presidenta electa
el 10 de diciembre.

En el sistema financiero hay confianza en la conducción que el
otrora "Golden boy" viene haciendo de las principales variables
macroeconómicas, y en especial en cómo manejó en la city porteña
el problema de falta de liquidez desatado por la crisis de las
hipotecas en los Estados Unidos.

Pero Cristina espera más, y le pedirá apenas asuma que se
agilice el crédito a largo plazo para la producción, una
asignatura pendiente en la Argentina.

El objetivo de Cristina sería seguir acumulando reservas de
divisas, pero querría que la mitad de las compras las haga el
Tesoro con plata propia, y no el Banco Central con emisión.

Sostienen que ésa será una de las vías por las que intentará
moderar la inflación.

¿Y De Vido?

Uno que se envalentonó en los últimos días en el gabinete fue
Julio De Vido, reinvindicado por su manejo de la crisis energética
y a quien el presidente Kirchner le encargó una gestión especial
ante el líder cegetista Hugo Moyano.

De Vido le pidió al camionero frenar los embates de algunos
gremios, como el de los bancarios de Juan José Zanola, para
adelantar la discusión salarial.

Más allá de su intervención en este tema, de continuar en el
cargo, De Vido deberá enfrentar coletazos de la crisis energética
en el verano, cuando impacte a pleno el consumo de los nuevos aire
acondicionado, cuya ventas aumentó casi 50 por ciento este año.

Cristina quiere un Pacto Social de mediano plazo, que podría
incluir una pauta salarial bianual hasta fines del 2009.

Incluiría un nivel de incremento de 3 puntos promedio sobre la
inflación oficial proyectada para cada año, por lo que el ajuste
para el 2008 rondaría el 13 por ciento.

Pero los gremios reclaman, y Cristina atendería el pedido, que
se aplique un cláusula "gatillo", en caso de que la inflación
final anual supere la proyección inicial de alza de precios.

Es un mecanismo copiado del Pacto de la Moncloa, que en España
funcionó para achicar la presión inflacionaria.

Mientras tanto, los empresarios pretenden que no sólo se
discutan salarios y precios, sino también un esquema que permita
un fuerte incremento de la productividad, permitiendo una mayor
movilidad en los puestos de trabajo, readecuación de horarios y
otras herramientas que podrían merecer el rechazo de los sindicatos.

El tema del Pacto social sobrevoló el pálido Coloquio de IDEA
en Mar del Plata, donde faltaron figuras oficiales y hubo marchas
y contramarchas para elegir el tono del diálogo con el gobierno.

Hubo autocríticas de algunos empresarios, pero también alertas
sobre la corrupción y la necesidad de fortalecer las instituciones.

Mejor le irá a la UIA cuando realice entre miércoles y jueves
su Conferencia Anual en Pilar, donde participará medio gabinete y
donde, entre otros temas, se hablará sobre un proyecto para poner
en marcha un Banco de Desarrollo, en un panel en el que disertará
el propio Redrado.

Así, Cristina parece haber decidido quiénes serán sus
interlocutores privilegiados en el plano empresarial.