Por José Calero
El dictador que nunca se arrepintió
10 de diciembre de 2006
Tal vez Augusto Pinochet pensó que la bonanza económica en que dejó al país lo hacía inmune a los numerosos crímenes cometidos durante su dictadura de 17 años, la más temible después de la que lideró Jorge Videla en la Argentina.
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte gobernó a sangre y fuego Chile y su gobierno, promovido desde los Estados Unidos para pulverizar el ensayo socialista de Salvador Allende, dejó miles de desaparecidos y exiliados políticos.
Hoy, Chile es un país tan dividido como cuando gobernaba Pinochet, y sólo el buen momento económico parece explicar que la violencia no inunde las calles nuevamente.
Desde la propia Democracia Cristiana -hoy aliada al socialismo en la coalición que gobierna Chile-, algunos apoyaron públicamente el derrocamiento del régimen constitucional.
Uno de ellos fue quien sería luego el presidente de la restauración democrática, Patricio Aylwin.
El gran desafío para el gobierno de Michelle Bachelet --cuyo padre fue torturado y asesinado durante la dictadura-- será encontrar una salida superadora para un país tan dividido.
De lo único que parece haberse convencido el pueblo chileno es de que una salida represiva como la que lideró Pinochet en 1973, no debe ser el camino.