El presidente electo piensa corregir las "distorsiones", ajustar el dólar y eliminar subsidios. Cree que deberá tomar rápido esas decisiones que tendrán un alto costo social. Incertidumbre
Mauricio Macri cree que el respaldo de los sectores financieros será clave para atravesar sin grandes sobresaltos sus primeros 100 días de gobierno, pero habrá que ver las condiciones que buscarán imponer fondos de inversión y organismos internacionales para orientar sus dólares hacia la Argentina en forma rápida.
El nuevo gobierno necesita esas divisas para cumplir su por ahora difusa promesa de levantar el cepo cambiario y empezar a normalizar puntales clave del entramado económico, bajo tensión permanente durante cuatro años de un segundo mandato de Cristina Fernández que fue de mayor a menor.
Los principales asesores del presidente electo aseguran que hay "capitales de sobra" en el mundo y sólo estaban esperando un cambio de orientación en el gobierno argentino para llegar con sus divisas en tropel a estas pampas.
"Lo que hacía falta era un gobierno que transmitiera confianza", aseguran cerca del futuro ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay. También pericia y espalda política, se podría agregar.
El razonamiento puede encerrar algo de razón, pero los capitales también observarán con lupa si Macri es capaz de mantener la gobernabilidad en caso de avanzar en recortes del gasto para equilibrar el desaguisado en las cuentas públicas.
Hasta septiembre, las cuentas públicas acumulan un desequilibrio de 140.000 millones de pesos, lo cual representa un aumento del 160 por ciento con relación al mismo período del 2014, y se encaminan a un récord anual.
El próximo gobierno las necesitará como el agua, porque Cristina Fernández deja tierra arrasada en materia financiera: un Banco Central casi sin reservas, fuertes deudas y patrimonio negativo; déficits gemelos, fiscal y comercial; y un intervencionismo exacerbado del Estado que terminó ahuyentando a los pocos capitales que aún confiaban en traer su plata al país.
La conformación de una gabinete nacional con buena llegada al mundo de las finanzas, como lo confirman las designaciones de Alfonso Prat Gay en Hacienda y Finanzas, y Melconian al frente del Banco Nación, parece haber ayudado al sucesor de Cristina para dar la "prueba de amor" que reclamaban los dueños del dinero.
Los bancos extranjeros apuestan a un cambio de rumbo luego de 12 años y medio de kirchnerismo que consideran asfixiante por su "excesivo intervencionismo".
"Los Kirchner quisieron que el Estado lo manejara todo y fue un error. Ahora viene otra etapa, que permitirá al capital privado desatar todo su potencial, pero mantiene a un sector público inteligente", definió un banquero de primera línea el momento actual.
En los sectores industriales también reina el entusiasmo: la UIA se venía alineando con el candidato de Cambiemos y ahora aspira a capitalizar ese respaldo con medidas que ayuden a recuperar al sector económico más golpeado en el último año.
Los sectores fabriles más poderosos necesitan una devaluación para recuperar competitividad, sobre todo ante la competencia desleal que representa China y su dumping social, pero también contar con las divisas necesarias para importar los insumos para producir.
El anuncio del futuro ministro de la Producción, Francisco Cabrera, de que se eliminará el viscoso sistema de declaraciones juradas anticipadas de importación, también representa un soplo de aire fresco para los sectores fabriles.
Las denominadas DJAIs se habían convertido en un sistema controversial, a tiro de caer en corrupción, porque llegó un momento en que no se entendió cuál era el criterio para destrabar o no la entrada de un container con mercaderías.
El nuevo gobierno necesita agilizar también las exportaciones, sobre todo de la cadena agroindustrial, para convertir rápido esas divisas en reservas del Banco Central.
Para ello, Macri eliminará retenciones al trigo, el maíz, el girasol y la carne, y reducirá en forma gradual las de la soja, a la vez que garantizará un dólar más alto.
Con eso, en el equipo de Prat Gay creen que entre diciembre y enero pueden entrar unos 8.000 millones de dólares, que sumados a otros 7.000 millones que quedarían de resto en la autoridad monetaria, blindarían al sistema en los primeros meses como para ir hacia una libre flotación administrada.
La incógnita es cuál será la cotización del dólar ante un escenario de desaparición del mercado paralelo. Macri habló en algún momento de un tipo de cambio cercano a los 14 pesos.
Pero lo afirmó en momentos en que aún no se contemplaba seriamente la posibilidad de que accediera a la Casa Rosada.
Ahora es el presidente electo y sus declaraciones se moderan a medida que se acerca el 10 de diciembre.
Sabe que la herencia será pesada, y que enfrente tendrá a un peronismo desacostumbrado a estar fuera del poder. Deberá actuar rápido y sin demasiado tiempo para apostar a prueba y error.
Se tiene confianza: dice que en la Ciudad le pasó lo mismo al principio y con capacidad de diálogo y negociación logró convencer a sectores que se oponían en forma virulenta a su llegada al poder.
Pero ahora en lugar de gobernar una Ciudad medianamente rica deberá atender un país con demandas ilimitadas, que por la manipulación y ocultamiento de sus estadísticas ni siquiera sabe cuál es su nivel de pobreza, ni de desempleo, ni de casi nada.
Lo peor es que, ante la actitud mostrada por su antecesora, parece que el presidente recién se va a empezar a enterar de lo que queda, el día que pise la Casa Rosada y reciba el saludo de los Granaderos.