El argumento de que todo lo malo que le sucede a la Argentina es "culpa de los fondos buitre" puede terminar sonando a retórica vacía para sectores de poder preocupados porque sus negocios merman
La presidenta Cristina Fernández ratificó en Nueva York un latiguillo que corre riesgo de volverse vacío a fuerza de repetido, según la lectura de referentes del mercado y sectores políticos, empresariales y financieros. El argumento de que todo lo malo que le sucede a la Argentina es "culpa de los fondos buitre" puede terminar sonando a retórica vacía para algunos sectores de poder, preocupados porque sus negocios empezaron a mermar.
Los ´lobos´ de la city porteña siguen en cambio con interés creciente los desequilibrios liderados por la inflación, el déficit fiscal, la emisión monetaria casi descontrolada, la falta de dólares para importar y la desaceleración que se esparce en cada vez más amplios sectores.
Con buen ´timing´, la jefa de Estado aprovechó primero su almuerzo con el papa Francisco en el Vaticano y luego su exposición en la Asamblea de la ONU en Nueva York, para denunciar una confabulación del sistema financiero internacional contra la Argentina.
Ese entramado de intereses que supuestamente buscaría derrumbar el modelo económico argentino estaría integrado, según la mandataria, por la Justicia norteamericana -con aval de la administración de Barack Obama y hasta su encargado de negocios en el país, Kevin Sullivan, a quien se amenazó con echar de territorio nacional-, y los fondos buitre.
A ese conjunto de intereses que buscarían quedarse con el petróleo que la Argentina poseería, según la presidenta, en niveles similares a los de "Arabia Saudita" gracias al yacimiento no convencional de Vaca Muerta, se habría sumado este mes el gobierno alemán, de acuerdo con el razonamiento que retumba por estas horas en las oficinas de la Rosada.
Para el gobierno, la trama se complica porque la supuesta confabulación incluye "enemigos internos" que buscan esmerilar el sistema cambiario provocando "psicosis" en cientos de miles de ahorristas que salen a las calles ansiosos por comprar dólares, según lo afirmado por el viceministro de Economía, Emmanuel Alvarez Agis.
Esa "fiebre" por el dólar habría alcanzado tanto a asalariados de gran porte como a jubilados, a los que a veces les sobran unos pesos al finalizar el mes y buscan resguardar sus ahorros.
En el año, el inversor que apostó al mercado paralelo obtuvo una ganancia récord del 57,5 por ciento, ya que el blue cotizaba a $10 a principios de año y cerró la semana a $15,75.
Nada mal para una operación que carece de sofisticaciones y se puede concretar con el ´arbolito´ de la esquina.
La presidenta dijo que la ganancia del 1.600 por ciento en dólares que el fallo del juez Griesa le brinda a los fondos buitre es "inconcebible" en cualquier lugar del mundo.
También lo es que el gobierno admita, más por impotencia que por estrategia, que se pueda hacer semejante negocio con una actividad improductiva como el mercado paralelo del dólar.
A esta altura, los avatares del modelo económico parecen más el resultado de la impericia de haber aplicado un cepo cambiario sin plan, o haber confiado en que la Corte norteamericana le daría a la Argentina el tiempo necesario para salir del escollo de la deuda, ahora convertido en un dolor de cabeza interminable.
Todavía replican las palabras confiadas del ministro Axel Kicillof cuando dijo que tenía "todo estudiado" tras la decisión de la Corte de Estados Unidos de desestimar el tratamiento del litigio por la deuda.
Pareció una exceso de confianza del funcionario, casi "sobrar la situación", como se dice en la calle.
Algo parecido ocurre con la "psicosis" por el dólar denunciada por su segundo, Alvarez Agis.
Casi siempre que los funcionarios apelaron a la psiquiatría para justificar fallas de política, la historia terminó patas para arriba.
Algunos especialistas suelen definir a la psicosis como una escisión o pérdida de contacto con la realidad.
Algo de eso parece estar ocurriendo con ciertas políticas que terminan generando más daños que beneficios a la gente.