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21 de noviembre de 2024
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Por José Calero
Cristina, Néstor y el objetivo anunciado del "fifty-fifty"
Un reparto equitativo entre capital y trabajo, y terminar de normalizar la deuda en default, se habrían convertido en las grandes metas fijadas por la presidenta cuyo turno concluirá el 10 de diciembre de 2015
23 de marzo de 2014
En homenaje a "Néstor", quien siempre hablaba de llegar al "fifty-fifty", una redistribución equitativa de ganancias entre el mundo del trabajo y del capital, quiere terminar su mandato habiendo logrado ese objetivo, suele repetir la presidenta Cristina Kirchner a sus interlocutores más cercanos. Ese "logro", y terminar de normalizar la deuda en default, se habrían convertido en las grandes metas fijadas por la presidenta cuyo turno concluirá el 10 de diciembre de 2015, pero intuye que la pelea por la sucesión le dificultará el camino para aplicar políticas cuando ingrese en su último año en la Rosada.

Ese objetivo fue relatado por el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, a un grupo de intendentes bonaerenses a quienes les pidió apoyar el proyecto de "desarrollo e inclusión social".

Amigo de Néstor y Cristina de la primera hora, el funcionario es una voz autorizada en el diminuto núcleo de poder kirchnerista, y la Presidenta le agradece haber aceptado seguir hasta el final con el proyecto, aunque en más de una oportunidad admitió estar cansado y pidió que le permitiera dar un paso al costado.

De Vido sostuvo ante los jefes comunales que cuando "el reparto de la torta se acerca al 50-50 los sectores concentrados buscan frenarlo".

Es la obsesión del kirchnerismo, convencido hasta el final de que grupos económicos buscan liquidar un supuesto proceso "revolucionario" y volver a un esquema de "desigualdad y exclusión".

Ni lo uno ni lo otro parecen quedar confirmados ante una realidad que erosiona el poder adquisitivo, porque el Gobierno no acierta en políticas para frenar la inflación, principal "fabricante de pobres".

Más de 10 millones de personas viven en situación de pobreza en la Argentina, sin empleo formal, educación de calidad ni vivienda digna, y con un servicio de salud insuficiente, y entre 2004 y 2012 aumentó la "brecha social": la diferencia entre la calidad de vida del sector medio y la del más vulnerable.

Son algunas de las conclusiones del informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina llamado "Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes".

Para el Estudio Bein -elogiado por la Presidenta- el salario real cayó 10,2% desde noviembre, por lo que al poder de compra de los sueldos la inflación le erosionó una décima parte en sólo cuatro meses.

Gran parte de esa pérdida de poder adquisitivo fue provocada por la devaluación, que hizo subir de inmediato precios clave como los de la harina, fideos, pan y aceite, entre otros, pero también los de los electrónicos y autos, entre tantos otros bienes con componentes importados.

Las durísimas paritarias en discusión -incluida la inédita protesta docente en provincia de Buenos Aires-, y las que están por venir, constituyen solo un ejemplo de que el camino a recorrer no será un lecho de rosas.

La jefa de Estado especula también con que los mercados le harán el futuro cada vez más complicado, y que las corridas cambiarias soportadas en los últimos meses, que la obligaron a aplicar la medicina amarga de la devaluación en enero, podrían acelerarse en la segunda mitad del año, cuando las liquidaciones de divisas amainen de nuevo.

Por eso quiere liquidar el acuerdo con el Club de París, una dura negociación que arrancará el 28 de mayo en la capital francesa y se convirtió en el gran objetivo de corto plazo para Axel Kicillof, el ministro de Economía "chiquito pero cumplidor", en quien la Presidenta depositó su confianza para emprender esta última etapa.

El gobierno considera que sellar un plan de pago por los 9.000 millones de dólares adeudados a ese consorcio de naciones acreedoras -cuyas obligaciones se contrajeron antes de que comenzara el kirchnerismo- restará argumentos a los capitales especulativos para seguir horadando el frente cambiario y puede contribuir a limitar la evaporación de reservas.

Pero Kicillof afronta a un enemigo que se ocupó de destrozar políticas y gobiernos en las últimas décadas, y al que siempre ha sido muy difícil encontrarle la vuelta: la inflación.

El 7,2 por ciento de suba del costo de vida reconocido para el primer bimestre vuelve a confirmar que las remarcaciones siguen siendo el Talón de Aquiles de un modelo que buscó redistribuir riqueza a través del polémico mecanismo de subsidios a manos llenas, pero no siempre acertó en la estrategia.

En este escenario, el limitado plan de "Precios Cuidados" tendrá esta semana una prueba de fuego: los fabricantes de los 194 productos que integran la canasta, desde fideos a azúcar, de desodorante a detergente, reclaman aumentos de hasta 15% a partir de abril.

Por ahora, el secretario de Comercio, Augusto Costa, no les atiende el teléfono.