Si una enseñanza dejó la primaria es que si bien la política es gran rectora de decisiones de Estado, la economía tiene influencia decisiva a la hora de obtener consensos necesarios para llevar las ideas a la práctica
Si bien todo indica que Cristina Fernández está dispuesta a morir en su ley, tras el flojo desempeño electoral en las primarias la convocatoria de la presidenta a debatir el modelo fue bien recibida por sectores del empresariado, ya que la consideran una hendija de luz en medio de cierta oscuridad blindada en la que el oficialismo se movió en los últimos años para tomar decisiones. El interrogante del sector privado es hasta dónde llega esa señal de apertura y, en especial, si el gobierno será capaz de entender en su amplio espectro el mensaje dejado por las urnas, sorprendiendo aún en bastiones cristinistas del conurbano ampliamente regados con "ayuda social".
"A la presidenta hay que hacerle ver la realidad", aseguró el titular de la UIA, Héctor Méndez.
En ese escenario de dudas, grandes grupos empresarios de la Argentina, con excepción de algunos que aún se benefician de la obra pública y otras políticas de "promoción", toman con pinzas la convocatoria de la Casa Rosada y creen que no habrá grandes cambios en materia económica, y mucho menos capacidad para atraer inversiones.
La UIA fue de las primeras entidades en salir a elogiar el llamado, pero sus principales dirigentes acompañaron a Sergio Massa en las primarias, y uno de sus más influyentes, José Ignacio de Mendiguren, será seguramente diputado desde diciembre por el Frente Renovador.
En la central fabril no olvidan, además, que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno -considerado uno de los principales ´piantavotos´ en la elección primaria por funcionarios que no lo quieren- viene torpedeando a la entidad, a la que ningunea en cuanta oportunidad tiene y tilda de "inútiles" a sus dirigentes.
"Moreno viene repitiendo que a la UIA no se le cae una idea y resulta que ahora la presidenta nos convoca a discutir el modelo, algo no cierra", se le escuchó decir a uno de los integrantes del Comité Ejecutivo de la central fabril.
Pero si una enseñanza dejó la elección primaria es que si bien la política es la gran rectora de las decisiones de Estado, la economía tiene influencia decisiva a la hora de obtener los consensos necesarios para llevar las ideas a la práctica.
Difícilmente un gobierno gane una elección si la economía deja más preocupaciones que alegrías entre los votantes.
El caudal de voto opositor -casi ocho de cada diez electores no eligió a dirigentes oficialistas el 11 de agosto- refleja que no solo la feroz inseguridad preocupa a una ciudadanía cada vez más crítica de ciertos comportamientos alejados de la normalidad republicana, y que está preocupada por ciertos bolsones de corrupción que se ventilan.
La economía argentina se viene deshilachando desde hace tiempo, porque el oficialismo construyó un ´espejismo´ con los indicadores y, aún peor, se lo creyó.
Así, a Cristina Fernández le informan que la inflación es del 10%, cuando la gente parece padecer otra del 25%; la persuaden de que el modelo había logrado bajar la pobreza a un millón y medio de personas, cuando serían casi 10 millones; le dicen que la política de subsidios estaba dando grandes resultados, cuando provocó un agujero fenomenal en las arcas del Estado con resultados cada vez más licuados.
También parecen haberle hecho creer que el boom recaudatorio era producto de un crecimiento descomunal, cuando en realidad sería más consecuencia del alza de precios y de las distorsiones que empresas y empleados deben soportar a la hora de pagar Ganancias.
La noche del domingo fue larga en el bunker del Frente para la Victoria: ¿Cómo puede ser que con todos los anuncios que hicimos y la plata que ponemos en el conurbano nos haya ido así?, le preguntó la jefa de Estado a varios de sus principales colaboradores.
Ocurrió en el Hotel Intercontinental, al cual hizo regresar a Daniel Scioli cuando el gobernador ya había enfilado hacia el helicóptero que lo esperaba en Puerto Madero.
En ese encuentro estuvieron también Carlos Zannini, Martín Insaurralde y otro puñado de funcionarios que minutos antes habían tenido que mostrar cara de feliz cumpleaños en medio de la derrota, ante un entusiasta grupo de "militantes" todoterreno.
Nadie se animó a responderle a la presidenta, pero más de uno cree saber parte de lo que ocurrió y posan su mirada en dos variables clave:
- La inflación, que erosiona buena parte del esfuerzo que hace el Estado repartiendo subsidios por más de 250.000 millones de pesos anuales.
- El cepo cambiario, que destruyó la capacidad de proteger ahorros dejando a millones de argentinos a tiro de devaluación y puso en terapia intensiva a la construcción, el sector al que mejor le estaba yendo.
A esto se suma que la actividad privada dejó de crear empleo desde hace más de un año y que la posibilidad de perder el trabajo comenzó a ascender en la lista de preocupaciones de los argentinos.
El gobierno tiene también otros problemas: la semana próxima las reservas quedarían por debajo de los 37.000 millones de dólares, y antes de que termine el 2013 probablemente se ubiquen por debajo de los 35.000 millones, porque deberán destinarse otros 2.500 millones a pagar deuda.
No es el único problema macroeconómico severo: las importaciones de gas y combustibles avanzan hacia el récord de los 13.000 millones de dólares, mientras el precio de los combustibles aumenta semana tras semana.
La pérdida de 4 millones de votos en dos años y el hecho de que el kirchnerismo haya sido derrotado en 13 distritos en las primarias abrieron numerosos interrogantes en la Casa Rosada, que tiene apenas dos meses para revertir o atenuar el resultado adverso.