Por José Calero
La economía, punta de lanza de Cristina
24 de mayo de 2011
El crecimiento del Producto Bruto y la ausencia de nubarrones en materia económica a mediano plazo es la carta fuerte que buscarán jugar el gobierno nacional y sus principales sostenes políticos, el PJ y la CGT, en estas elecciones, para tratar de garantizar la reelección de Cristina Fernández.
Con un curioso escenario donde la principal candidata para ganar los comicios ni siquiera oficializó aún su lanzamiento, los principales actores políticos han dejado claro que los resultados económicos serán la punta de lanza de la campaña.
El principal interrogante del mundo empresario por estas horas es si un eventual segundo mandato de Cristina Fernández representará una continuidad calcada de sus cuatro años de gestión, o si la Presidenta se prepara para encarar la sintonía
fina que parece estar reclamando un modelo que comienza a evidenciar síntomas de fatiga.
Cierto retraso en el tipo de cambio para algunos sectores clave de la industria, la reaparición del déficit fiscal y un festival de subsidios que sirvió para apagar incendios pero abre un serio interrogante sobre la futura sustentabilidad del modelo, forman parte de una lista cada vez más extensa de asuntos pendientes sobre los cuales no aparecen soluciones a la vista.
La conflictividad social amaga descender en algunos sectores, pero todavía es capaz de trastornar el país a diario, mientras que los bolsones de pobreza constituyen un escenario habitual.
Llama la atención de los expertos en la problemática social la cada vez mayor visibilidad que adquiere en los grandes centros urbanos la miseria.
Cientos de pordioseros abandonados de la mano de Dios pueblan las noches de las principales avenidas porteñas, pero el fenómeno también se repite en las grandes ciudades del conurbano y hasta en importantes metrópolis como Rosario, Córdoba o Mendoza.
Los programas de asistencia social permitieron paliar en parte mínima la pobreza pero encierran aún grandes interrogantes sobre su eficacia y también respecto de la Justicia en su distribución.
Es que buena parte de los "planes" aún es distribuida por organizaciones piqueteras que terminan utilizando a la gente como fuerza de choque para obtener más subsidios, o por punteros que, en tiempos de campaña, encuentran en estos beneficios una pieza
clave para construir poder.
La pista más clara sobre la importancia que tendrá la economía en la campaña electoral la dio el documento de respaldo a la reelección de Cristina emitido por la cúpula del PJ.
Allí, con el visto bueno de Daniel Scioli, Hugo Moyano y todos los gobernadores peronistas, se recordó que "después de recibir un país devastado, quebrado, con una profunda depresión económica y moral, hemos podido emerger como uno de los países de mayor crecimiento a nivel mundial en 8 años de gestión superando el 7 % anual acumulativo".
El oficialismo destaca que ingreso per cápita de la Argentina casi duplica al de toda América Latina y subraya como uno de los puntos más altos de la gestión la renegociación de la deuda encarada por Néstor Kirchner -omiten mencionar el rol clave que tuvo Roberto Lavagna- con una reducción neta de más de 70.000 millones de dólares.
El documento destaca también que la Argentina multiplicó por tres sus exportaciones y que se pasó de producir 60 millones de toneladas de granos a 100 millones.
En uno de los puntos controversiales, el PJ destacó que se generaron más de 5 millones de empleos y se redujo de 24 % a 7,3 % el desempleo.
La controversia surge no sólo sobre la cantidad de puestos creados, sino en especial respecto de la calidad y el rol artificial que habría desempeñado el Estado en esa estrategia.
Es que entre el 2003 y el 2011 la cantidad de empleados públicos habría aumentado de 2.200.000 a 3.400.000, según un trabajo elaborado por la liberal Fundación Libertad y Progreso, creada esta semana por más de 40 economistas y pensadores que cuestionan el rumbo económico, al que juzgan como de mayor intervencionismo estatal.
Coincidió la aparición de este centro de pensamiento que busca contrapesar a otros como los que dan sustento a los principales funcionarios de la órbita económica (La Gran Makro o la Asociación de Economía para el Desarrollo (AEDA), con la admisión por parte del gobierno de que en abril las cuentas públicas arrojaron un déficit fiscal financiero que rondó los 400 millones de pesos.
Es decir, la economía está dando señales de alerta a pesar de que el Tesoro se viene financiando con utilidades del Banco Central y de que se estatizaron los fondos de los jubilados, en un manotazo que la historia juzgará si respondió a un mirada
estratégica y no fue más que atacar por asalto la principal fuente de recursos del país.
No es la única mala noticia para la economía: el presente de disputas con Brasil se basa en un hecho preocupante como la reducción de los niveles de superávit comercial.
Cerca de la Casa Rosada admiten que de no haberse instrumentado medidas de protección de la economía, en pocos meses la balanza comercial hubiese ingresado en zona roja.
El desequilibrio con Brasil se encamina a los 6.000 millones de dólares este año, y por eso la ministra de Industria, Débora Giorgi, exigió a las terminales planes para equilibrar el flujo de importaciones y exportaciones, como condición para seguir
ingresando autos de lujo al país.
Pero el panorama con Brasil aparece más complicado: el gobierno de Dilma Rousseff pretende erigirse como líder indiscutido de la región y para ello necesita de una Argentina en segundo plano, que desempeñe el rol que la economía brasileña vaya necesitando.
Así, las negociaciones que se encararán a partir de este lunes emergen en un escenario crudo, donde los brasileños estarían dispuestos a tirarle por la cabeza a la Argentina que ellos son un mercado de 200 millones de habitantes, y por estas pampas sólo se trata de 40 millones.
En este escenario de crecimiento pero con desarticulaciones cada vez más notorias en el "modelo", el gran interrogante entre los centros de decisión económica en la Argentina es si las señales que viene dando Cristina, que apuntan a la búsqueda de una
mayor paz social, son la antesala de retoques de fondo a un modelo que parece necesitado de un "service".
Las características de esas correcciones pueden definir el escenario del primer año del que, esperan en el gobierno, sería el segundo mandato de una Presidenta ya sin chances constitucionales de una nueva reelección.