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Por José Calero
Las aspiraciones del ministro Boudou
18 de diciembre de 2010
Amado Boudou acaba de poner el pie en el acelerador en su ambición de convertirse en el sucesor de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, en una jugada que apunta a ganarle de mano a sus adversarios en el oficialismo, como el senador Daniel Filmus, pero que despierta dudas en el mundillo económico financiero.

El lanzamiento de Boudou sonó algo apresurado, pero el ministro obtuvo el aval de la Presidenta para hacerlo.

El problema no es que Boudou aspire a gobernar la Ciudad de Buenos Aires, sino que ese lanzamiento termine distrayendo la conducción de la economía, necesitada más que nunca de una mano firme luego de la muerte el 27 de octubre pasado de Néstor
Kirchner, el hombre que manejaba el día a día de los números.

También cayó mal entre sectores empresarios que el jefe de la CGT, Hugo Moyano, haya sido quien instaló la candidatura del ministro de Economía para jefe de Gobierno.

Sonó a sobreactuación, además, que Moyano haya dicho que en la Ciudad de Buenos Aires quien representa a la Presidenta es "el compañero Boudou, que es el candidato del movimiento obrero, de la CGT y de las 62 Organizaciones".

Moyano -acosado por causas judiciales- mantiene una relación tensa con el empresariado desde el día en que decidió avalar los bloqueos a fábricas, para de paso recordarles que es capaz de paralizar el país si es necesario.

En este escenario, el pacto social impulsado por la Presidenta todavía no pudo ser plasmado en hechos concretos, más allá de que tanto Moyano como el secretario de la UIA, Ignacio de Mendiguren, lo traten de poner en marcha.

Pero el tema que obsesiona a Boudou es su candidatura, y por ello mandó a medir su imagen en la Capital Federal y, según sus allegados, es el candidato oficialista mejor posicionado, lo cual lo alentó a acelerar la marcha.

El problema es que la agenda económica le exigirá a Boudou mucha dedicación en los próximos meses, y eso enciende dudas sobre la oportunidad de esta precandidatura.

En primer lugar está la necesidad de llegar a buen puerto con la reestructuración del Indice de Precios del INDEC, un organismo que no logra recuperar credibilidad.

El otro punto de la agenda es alcanzar un acuerdo con el Club de París, para terminar de salir del default.

Más de estos temas complejos, tal vez el principal dilema que afronta Boudou es la inflación.

La mayoría de los analistas coincide en que el 2011 -el año electoral- mostrará una leve desaceleración del crecimiento que no llegaría a enfriar la escalada de precios.

Si el gobierno no logra poner en caja de la inflación, el tema tratará de ser capitalizado por la oposición, un handicap que el oficialismo no podrá darse el lujo de dar en un año de elección presidencial.

Entonces, si no logra poner en caja la inflación, perderán muchas chances las aspiraciones electorales de Boudou.