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21 de noviembre de 2024
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Por José Calero
El canje de deuda quedó en un mal momento
23 de mayo de 2010
El gobierno argentino se vio obligado a postergar 15 días el cierre del canje de deuda, con el fin de tratar de cosechar más adhesiones entre los bonistas minoristas, los más reacios a entrar en la operación.

El nuevo "Día D" será el 22/6, y no el 7/6, y también puede definir el futuro de Amado Boudou como jefe del Palacio de Hacienda.

El magro resultado en el tramo mayorista del canje de deuda confirmó los temores del equipo económico ante el impacto de la crisis internacional sobre el nuevo intento de la Argentina para salir del default.

La adhesión a la operación de los fondos especulativos cosechó un magro 45 por ciento del total de bonos a canjear, cuando en el Gobierno esperaban que a esta altura estuviese cerrado casi el 55 por ciento.

Ahora, habrá que operar y mucho para convencer a los tenedores de deuda minoristas de que imitar a los fondos especulativos sería un error, y de que lo más conveniente es aceptar la que, aseguran otra vez, será la última oferta de la Argentina.

Amado Boudou trató de remar contra la corriente y hasta último momento convencer a los grandes inversores de que la crisis europea no tendrá impacto alguno sobre la economía argentina.

Pero los antecedentes del país como incumplidor serial, y una situación de los mercados más delicada de lo que parecía, conspiraron contra las expectativas de la Argentina.

Mucho tuvieron que ver los "fondos buitre", decididos a escarmentar al país en los estrados judiciales, para que el default de fines del 2001 no sirva de caso testigo a otras naciones como Grecia o, tal vez, Portugal o España.

Por eso, montaron en cólera los referentes de esos fondos cuando escucharon a la presidenta Cristina Kirchner dar "clase" a los empresarios españoles sobre la "receta" argentina para salir de la crisis.

El establishment financiero internacional detesta el camino elegido por la Argentina, y por eso busca impedir que ese "ejemplo" se extienda.

El problema es que las múltiples plagas que vienen anunciando los fondos de inversión para la Argentina no llegaron, y en cambio el país parece recobrar, con guión propio, el camino del crecimiento.

Igual, el equipo económico mantiene su preocupación por el impacto de la crisis financiera internacional, y el propio Boudou debió salir a admitir la probabilidad de "problemas" como consecuencia del descalabro europeo.

"Vamos a estar aislados de la crisis europea", garantizó Boudou, quien a esta altura se alegra de haber vaticinado un conservador 60 por ciento de adhesión para el canje, cuando algunos economistas cercanos al oficialismo se entusiasmaban con un 80 por ciento.

Más allá de cómo termine el canje de deuda, ya asomaron la cabeza problemas muy concretos para el corto plazo.

La inflación no está bajo control ni mucho menos, y aparece como un desacierto no haber puesto en marcha un plan para contener la suba de precios.

El estilo de conducción kirchnerista no concibe la posibilidad de admitir un problema propio, por lo que difícilmente se reconocerá la existencia de dificultades por la disparada del costo de vida.

Pero la presión que vienen sosteniendo los grandes gremios para impulsar los acuerdos por paritarias hacia el 35 por ciento, reflejan el comportamiento real de los precios a la hora de hacer las compras de cualquier bien.

En ese escenario, las políticas sociales quedan envueltas en una gran incertidumbre, porque el alza descontrolada de productos clave de la canasta básica es un factor central en la disparada de la pobreza.

Cerca del gobierno admiten extraoficialmente el problema, pero retrucan preguntando cuál sería el escenario a esta altura si no se hubiese lanzado la asignación universal por hijo.