Por José Calero
¿Borrón y cuenta nueva con los mercados?
17 de abril de 2010
Cristina Kirchner ambiciona pasar a la historia como la Presidenta que, en el año del Bicentenario de la República, logró que el país salga del default tras ser considerado desde fines del 2001 la `oveja negra` de los mercados internacionales y pueda gritar "Volvimos al mundo".
Su esposo, Néstor Kirchner, ya inscribió su nombre como el jefe de Estado que canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional, el organismo más vilipendiado desde los 70 y responsabilizado de todos los males sufridos por una dirigencia política a la que siempre le costó asumir sus errores.
La estrategia para lograr poner al país de nuevo por encima de la línea de flotación acaba de dar un paso decisivo, con el anuncio de la nueva reapertura del canje de deuda, el mismo que Néstor Kirchner y Roberto Lavagna juraron y perjuraron que
jamás sería reabierto.
¿Para qué sirve salir del default?: en primer lugar para que la Argentina vuelva a ser considerada un país serio y confiable.
La confianza en el mundo internacional se obtiene tras años de coherencia y cumplimiento, y vale oro.
Pero el otro gran objetivo es que las empresas argentinas puedan salir al mundo a financiarse a intereses razonables y no a tasas de dos dígitos como ocurre en la actualidad.
La Argentina, a pesar de los persistentes esfuerzos del kirchnerismo por ocultarlo, jamás había salido del default como repetía cotidianamente Kirchner y prueba de ello es que los `fondos buitres`, pero también los pequeños bonistas, jamás dejaron de litigar ante los estrados judiciales.
Es así como el juez neoyorquino Thomas Griesa cada tanto lanza embargos contra el país y obliga a realizar malabarismos de distintos tipo al Banco Central para eludir el brazo de la Justicia internacional.
Cientos de miles de bonistas italianos, alemanes y japoneses, entre otros, mantienen en su poder el `papel pintado` de los títulos de deuda y maldicen su suerte por haber confiado en la Argentina, en muchos casos sus jubilaciones tras décadas de trabajo duro.
Son los tenedores minoristas a los que el ministro Boudou intenta tentar con un anzuelo muy atractivo: el pago cash de intereses por unos 160 millones de dólares como incentivo para que ingresen a la operación.
Boudou dijo que el piso de aceptación esperado para la operación es del 60 por ciento, pero lo cierto es que la Argentina podrá cantar victoria sólo si logra que ingresen al canje bonos por al menos 14.000 millones de dólares, es decir un 70 por ciento del total.
La presencia de grandes bancos detrás de la jugada garantiza un piso del 50 por ciento, y el resto esperan terminar de cerrarlo en el marco de los `road show` que arrancarán en los próximos días.
El objetivo de máxima transmitido por la jefa de Estado al equipo económico es que tras la salida del default, el país encare rápido la refinanciación de deudas por unos 7.500 millones de dólares con el Club de París.
Es lo que exigen naciones como Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón, las cuales también pretenden que la Argentina acepte los monitoreos del Fondo Monetario Internacional como cualquier `hijo de vecino` de la comunidad financiera mundial.
El ministro Boudou indicó que la intención del Gobierno es avanzar con las gestiones con ese organismo multilateral para cumplir con compromisos por unos 7.500 millones de dólares, aunque antes de cerrar trato la Argentina pedirá revisar a fondo cómo se
llegó a semejante número.
Ante estas demandas, la Argentina incluso estaría dispuesta a analizar un regreso a las supervisiones periódicas del FMI, pero bajo ciertas condiciones y garantizándose que el organismo evite emitir recetas sobre lo que debe hacer el país.
La Casa Rosada ya sabe que los `fondos buitres` no entrarán al canje: esperan que una vez concluida la operación, la Justicia intervenga para permitirles obtener alguna ventaja adicional a la está dispuesta a ofrece ahora la Argentina.
Es una pulseada cuyo resultado dependerá mucho del nivel de aceptación que alcance este nuevo canje.
Juristas especializados en deuda soberana consideran que si el canje alcanza un 80 por ciento de aceptación el juez Griesa podrá dar un guiño para que también los fondos especulativos deban entrar.
El frente internacional tiende a normalizarse, pero el interno agobia a los sectores con ingresos fijos.
El equipo económico carece de una política anti-inflacionaria y choca con una presión política que lo obliga a acelerar el gasto para incentivar el consumo, en un keynesianismo a la Argentina huérfano de planificación y estrategia.
La inflación se dispara hacia el 30 por ciento anual para cuando concluya el 2010, y en esa dinámica la distribución del ingreso se tornará cada vez más regresiva.
Según el ex viceministro de Desarrollo Social de Kirchner, Daniel Arroyo, hay 12 millones de pobres en la Argentina.
A esos ciudadanos les importa muy poco lo que ocurra con el canje de deuda, porque a diario navegan en la incertidumbre.