Por José Calero
Moyano alteró los nervios en Olivos
28 de marzo de 2010
"Todos se quejan de la inflación, a diario recibo reclamos por ese tema", se sinceró el líder de la CGT, Hugo Moyano, y alteró así los nervios en la ya siempre tensa Residencia de Olivos, donde Néstor Kirchner se ocupa en forma obsesiva hasta del último tema económico, casi como cuando era presidente.
En boca de Moyano, por estas horas un aliado clave del kirchnerismo, la advertencia sobre la inflación se amplificó y entonces el líder camionero debió salir a dar un marco menos dramático a sus declaraciones.
Pero lo que hizo el camionero no fue más que poner blanco sobre negro al principal problema que atraviesa el modelo económico y cuya contención aparece más complicada de lo previsto.
De paso, el jefe cegetista, que tiene aspiraciones para gobernar la provincia de Buenos Aires, salió a marcar territorio en la arena política y también le envió un mensaje al ministro de Economía, Amado Boudou, cruzado por internas de Palacio que lo
obligan a lograr un canje de deuda exitoso.
El gremialista surgido en la Federación de Camioneros probablemente no vuelva por un tiempo a cargar las tintas sobre la disparada de precios, pero su jugada permitió ponerle un piso a las negociaciones salariales, que ronda el 25 por ciento.
También avisó que si es necesario puede volver con sus denuncias sobre la inflación, el caballito de batalla principal que sostuvo los 13 paros generales del otrora líder de la CGT Saúl Ubaldini, durante el gobierno de Raúl Alfonsín en los 80.
Alguna vez, Alfonsín y sus principales asesores en materia económica cultivaron la riesgosa hipótesis de que "un poco de inflación no le hacía mal a nadie".
La misma peligrosa idea parece estar ganando adeptos entre un sector del gabinete nacional, sin tener en cuenta los riesgos de despertar al "gigante dormido" de la disparada de precios.
En un país como la Argentina, que hace un culto de la especulación, jugar con el fuego de la inflación siempre encierra un riesgo mayúsculo.
La pregunta es si la administración de Cristina Kirchner terminará inclinándose por correrlo, manteniendo los niveles de aliento al gasto y al consumo.