Por José Calero
¿Y después de la recesión, qué hacemos?
9 de mayo de 2009
Así como los principales actores políticos empiezan a pensar en el escenario tras las elecciones del 28 de junio próximo, quienes toman decisiones en materia económica comienzan a preguntarse cómo será la Argentina post recesión.
Para los principales especialistas, la Argentina comenzó a sufrir una caída en el nivel de actividad en octubre del 2008, y ya cumplió dos trimestre consecutivos de baja, por lo que técnicamente el país está en recesión.
Según el economista Gabriel Rubinstein, uno de los pocos que se animó a alertar sobre la debacle del 2001 varios meses antes, la Argentina está "en una recesión y fuerte", y la caída de la actividad económica se extenderá al menos seis trimestres, es decir, un año más, ya que seis meses se cumplieron.
Pero recién en marzo el INDEC -que ya perdió la brújula como termómetro de lo que pasa en la Argentina- comenzó a `admitir` un parate en los niveles de actividad en sectores como construcción e industria.
La pregunta que empiezan a hacerse ahora empresarios y gremios es cómo se supera este proceso de desaceleración y, sobre todo, cuándo llegará ese momento.
Es que, cuando la crisis ya era un hecho, el gobierno nacional anunció un faraónico plan de obras públicas por más de 100.000 millones de pesos, muchas de la cuales ya estaban, en teoría, en ejecución.
Pero ahora, con la certeza de que los ingresos fiscales se empiezan a achicar y que la próxima cosecha hará caer la recaudación, los fondos para esas obras están llegando a cuenta gotas a algunas provincias, y la mayoría se concentra en el
conurbano bonaerense, donde el Gobierno necesita hacer la "diferencia" en las urnas.
La duda es qué ocurrirá después del 28 de junio, más allá de cuál sea el resultado, ya que se espera que en el segundo semestre la administración de Cristina Kirchner deberá hacer `sintonía fina` en algunas variables clave, como tipo de cambio y gasto
público, y, tal vez, introduzca cambios en el gabinete económica.
Según Rubinstein, la caída real del Producto Bruto será este año del 3,5 por ciento, lo cual complicará el panorama fiscal.
Para compensar los menores ingresos fiscales, el gobierno ya selló acuerdos para robustecer las reservas con China (10.500 millones de dólares), Brasil (1.500 millones) y se garantizó unos 4.000 millones de organismos multilaterales.
En total, suman más de 15.000 millones de dólares que permitirán recorrer sin zozobras el segundo semestre del año.
El problema es que la Argentina deberá afrontar en el segundo semestre del año un alza en los niveles de desempleo y mayores conflictos sociales, como ya lo demostró la marcha del piquetero Luis D`Elía en la semana, durante la cual no sólo reclamó lugares en las listas, sino que avisó sobre la necesidad de que, llegado el caso, tiene la fuerza suficiente para sacar a la calle a miles de personas a reclamar más planes sociales.
Un camino similar, pero más organizado, recorrió el líder de la CGT, Hugo Moyano, quien no sólo sorprendió avisando que puede ponerse en carrera para las presidenciales del 2011 para ser el `Lula` argentino, sino que dejó en claro que el "movimiento obrero organizado" no va a permitir que se pierda un solo puesto de
trabajo en esta crisis.
Por ello, los sindicatos están apoyando el proyecto de Héctor Recalde para crear un fondo anticrisis aplicando un impuesto a las grandes empresas que lograron ganancias por encima del 20 por ciento en el 2008.
Desde la lógica oficial, deben impedirse a como dé lugar los despidos, y por ello la Casa Rosada avanza con la posible estatización de la papelera Massuh, propiedad de la familia de un dirigente de la UIA, que está al borde de la quiebra y tiene 700
empleados.
Un camino distinto, la búsqueda de un comprador, se busca aplicar con la metalúrgica Mahle, que tiene 550 empleados y bajó la persiana.
"Lo que haga falta se estatizará", dijo un hombre cercano a la Rosada, pero esto puede quedar sólo en buenas intenciones.
Al Gobierno no le gusta escuchar este argumento, pero empresarios, economistas y hasta la gente en la calle coincide en que el parate de la economía se empezó a notar a partir de marzo del año pasado, cuando el Poder Ejecutivo arrancó una desenfrenada pelea a todo o nada con el campo que dejó sólo vencidos.
Fuga de capitales
Pero ese dato no el único que debería preocupar de cara al futuro de la Argentina.
La estadística de que en octubre de 2007 comenzó una sostenida fuga de capitales, debería encender una luz de alerta en la administración kirchnerista.
"El proceso de salida de capitales empezó cuando se generó desconfianza institucional e inseguridad jurídica, que fue en el último trimestre de 2007, dijo el ex presidente del BCRA Rodolfo Rossi, un hombre a quien no se puede acusar de neoliberal, ni
mucho menos.
Rossi enumeró: se perdieron 8.800 millones de dólares; en 2008, 23.098 millones; y en el primer trimestre de este año ya se fueron 5.760 millones.
Las cifras impactan: entre octubre de 2007 -cuando se supo que Cristina Kirchner sería presidenta- y marzo de 2009, se fugaron de la Argentina más de 37.000 millones de dólares.
Los números hablan por sí solos: alguna señal debe estar faltando para que los inversores no desconfíen de la Argentina.
Y eso no es política, sólo sentido común.