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Por José Calero
A Kirchner y Miceli, la vida les sonríe
5 de agosto de 2006
El Gobierno parece haber aniquilado las últimas resistencias de sectores de adentro y afuera opuestos al modelo económico en curso, y hasta los economistas ultraliberales parecen haberse quedado con pocos argumentos a la hora de cuestionar.

Las pocas críticas que se escuchan están vinculadas con alertas por falta de inversiones en energía, que podrían generar cuellos de botella a la industria en el mediano plazo.

Pero es nada comparado con el escenario que afrontaba la Argentina hace pocos años, tras la devaluación forzada y una pesificación plagada de desprolijidades.

Aún sigue pendiente el delicado costado social, con millones de personas por debajo de la línea de pobreza, pero hasta las protestas piqueteras amainaron para complacencia de la Casa Rosada.

El Gobierno concretó en la semana una operación que es todo un símbolo sobre los tiempos que corren.

Canceló en tiempo y forma un vencimiento por 2.333 millones de dólares de BODEN 2012, los que se entregaron en el 2002 a los ahorristas cuyo dinero fue confiscado por el sistema financiero y a los bancos que debieron pesificar en forma asimétrica entre depósitos y créditos.

Ahora, no sólo la situación cambió, si no que hasta algún funcionario se dio el lujo de destacar que esos títulos terminaron siendo un buen negocio para quienes tuvieron espaldas suficientes para retenerlos.

Igual, no hay que perder de vista que la Argentina mantiene un litigio con tenedores de bonos por unos 20 mil millones de dólares, aunque el Gobierno haya mandado al olvido semejante tema.

Con este paso clave, el Gobierno se dispondría a colocar un bono en dólares a 10 años de plazo.

El objetivo es comenzar a reunir fondos para el 2007, ya que los vencimientos del 2006 están cubiertos.

Miguel Bein, uno de los economistas más escuchados por el mercado, y no precisamente oficialista porque fue funcionario de la Alianza, elaboró un informe optimista sobre la marcha económica.

¿Qué dijo Bein?: la economía crecerá este año 8 por ciento y el dólar alto es la base del éxito macroeconómico.

Es exactamente lo contrario de lo que vienen reclamando, con una lectura poco clara sobre el rumbo económico actual, el FMI y el Tesoro de Estados Unidos, que piden bajar el dólar y actualizar tarifas.

Pero más allá de esas observaciones poco atinadas, está clara la necesidad de hacer sintonía fina en la macroeconomía del país.

Bein señaló que hay que mejorar no sólo la tasa de inversión, sino también la "calidad".

Y dijo que si se aspira a crecer 5 por ciento promedio a partir del 2007, hay que alcanzar una tasa de inversión equivalente a 24 ó 25 puntos del Producto Bruto, cuando en la actualidad ronda el 21.

Más gráfico aún es el hecho de que Daniel Artana, referente de la hipercrítica Fundación FIEL, admitió que la política fiscal del gobierno es casi irreprochable.

Para este economista ultraliberal, la fortaleza de esta política económica radica en que el gobierno no cayó en la tentación de elevar el gasto público a niveles insostenibles, como ocurrió en administraciones anteriores.

Tanto optimismo hace que la Argentina atraviese una situación económica nunca vista desde la restauración democrática, que tiene muy pocos antecedentes históricos.

Puntos débiles de un modelo exitoso.

Vale la pena detenerse en las asignaturas pendientes de un modelo económico que se sostiene con recaudación récord y superávit fiscal y de cuenta corriente.

Para el economista Marcelo Lascano, quien simpatiza con el actual esquema, uno de los puntos débiles es resolver la cuestión energética.

"No se puede seguir creciendo sin inversiones en energía", explica Lascano.

También pide establecer una estrategia que "apunte en forma simultánea a objetivos que son complementarios".

Para que el modelo sea sostenible la Argentina necesita mayor inversión, que debe llegar del empresariado local, porque el mundo está demasiado "entretenido" con conflictos e inestabilidades varias.

Por eso, existe un puente de plata entre el ministro Julio De Vido y los empresarios del sector energético, que tienen en carpeta varios proyectos de inversión.

Muchas de esas iniciativas están vinculadas con la Patagonia, región muy cara a los sentimientos del presidente.

Obsesión por los precios.

La inflación de sólo 0,6 por ciento en julio, mes en el que impactaron las vacaciones de invierno, dejó conforme al equipo económico.

En lo que va del año el costo de vida subió 5,5 por ciento y así se proyectaría por debajo del 10 por ciento cuando concluya el 2006.

Igual, la ministra Felisa Miceli sigue con atención el tema inflacionario.

Y en los últimos días se la vio entusiasmada con la posibilidad de que los acuerdos con los empresarios se mantengan al menos durante el primer semestre del 2007.

Aquí, un tema clave que el Gobierno deberá atender en los próximos días es el de la carne.

Confederaciones Rurales Argentinas prevé realizar el miércoles próximo su reunión mensual de Consejo Directivo.

Allí, la dirigencia encabezada por Marios Llambías hará una evaluación de la medida de fuerza de cuatro días aplicada en la última semana de julio.

Pero lo principal es que van a escuchar la posición de los productores de distintas zonas del país, para decidir cómo sigue la relación de por sí tirante con el gobierno.

Todas las posibilidades están abiertas, pero el campo está interesado en tender un puente de diálogo con el Gobierno, porque consideran que el alto nivel de conflictividad perjudica a la actividad agropecuaria.

"Los productores tienen que dedicarse a hacer rendir sus campos, no pueden estar en la pelea constante con el Gobierno", razonó un dirigente fogueado en la actividad agropecuaria.

En el Gobierno también hacen cuentas y admiten que el área de Agricultura es uno de los puntos más flojos de la actual adinistración.

En los últimos días tomó cuerpo una propuesta que se haría llegar a los hombres de campo, tras el anunciado plan de desarrolllo ganadero.

La intención es que todos los involucrados en la cadena cárnica garanticen precios quietos al menos hasta fin de año en diez cortes populares, a cambio de mantener abierta la exportación de carne y hacer caer los pocos condicionantes que quedan para venderle al mundo.

El problema de la carne es que hoy la demanda mundial prácticamente compraría todo lo que le ofrecieran y que el stock ganadero argentino se presenta muy menguado.

En el Gobierno estiman que serán necesarios tres años, por lo menos, para aumentar significativamente la oferta de carne, demasiado tiempo para un rubro tan delicado.