Por José Calero
El año arranca con bolsillos extenuados
17 de enero de 2009
Si no hubiese heredado el Gobierno de su propio esposo, Cristina Kirchner tal vez estaría por estas horas cuestionando la ´herencia´ recibida, para explicar por qué en unos pocos meses debió aplicar los aumentos en tarifas de servicios que durante
casi 8 años se mantuvieron congelados.
Los ajustes en electricidad, gas, colectivos, trenes, subtes y peajes, sumados a la inflación del 20 por ciento promedio en el 2008 y las constantes subas de combustibles, por citar los aumentos más importantes, preocupan a los bolsillos extenuados de 40 millones de argentinos cuyo panorama para el 2009 aparece
incierto.
Las subas en la luz, que en algunos casos llegan al 400 por ciento, amagan ser la primera gran pelea judicial del año, a partir de la presentación realizada por el Defensor del Pueblo de la Nación, en la cual se advierte sobre distintas irregularidades cometidas al aplicar el "tarifazo".
También existen cuestionamientos desde constitucionalistas, quienes recuerdan que para aplicar muchos de estos aumentos ni siquiera se convocó a audiencias públicas previstas por ley, que en general son no vinculantes pero al menos dan a los
representantes de usuarios la oportunidad de realizar sus apreciaciones sobre los ajustes previstos.
Es temprano aún para medir si los aumentos anunciados esmerilarán el repunte mostrado por Cristina ante la opinión pública hacia fines del 2008, a partir de las medidas anunciadas para reactivar la economía.
En principio, la luz verde para aumentar tarifas se da de bruces con el llamado de la Presidenta para que quienes tengan aún poder adquisitivo continúen consumiendo.
"Si no consumen, se van a terminar quedando sin trabajo", dramatizó la jefa de Estado tras su reaparición luego del susto provocado por su tendencia a la presión baja, el padecimiento del calor insoportable que azota Buenos Aires y el estrés al que viene
siendo sometida porque las cosas en el país no marchan como lo había previsto.
Desde lo más alto del poder se le pide por un lado a los onsumidores que gasten, pero por el otro se castiga sin miramientos a quienes, por ejemplo, tuvieron un mayor uso de la electricidad. Algo no cierra.
La mayoría de las tarifas de servicios públicos estaban distorsionadas por un esquema de subsidios que agotó las arcas oficiales y obligó a barajar y dar de nuevo ante los exigentes vencimientos de deuda de este año y la delicada coyuntura internacional.
Pero aparece como un despropósito que miles de usuarios reciban facturas con un 400 por ciento de aumento y llega a niveles de locura el caso de una argentina que deberá pagar 1.000 por ciento más por el servicio.
En el caso del transporte, todos los analistas admiten que las tarifas estaban retrasadas, pero alertan también que algunos servicios, como el ferroviario, tienen un funcionamiento que dista mucho del ideal.
Más que eso: la gente sigue viajando como ´ganado´ en la mayoría de las líneas ferroviarias de la Argentina, y eso es responsabilidad del Estado -al que siempre suele apelar Cristina- solucionarlo.
Novedades en la comunicación presidencial
Ya repuesta de su lipotimia, la primera reaparición pública de la jefa de Estado fue en la residencia de Olivos, donde explicó, siguiendo las palabras de su marido, que a los "pingüinos" los hace sufrir el calor.
Pero llamó la atención la segunda aparición pública presidencial, en un acto en Berazategui que estuvo cuidado hasta el último detalle por parte del intendente local, Juan José Mussi.
Allí, Cristina anunció obras indispensables en materia de saneamiento, inauguró un tomógrafo y prometió que `nunca` abandonará al conurbano, en lo que fue un claro agradecimiento por el aluvión de votos proporcionado por ese todavía bastión del
kirchnerismo.
La novedad fue que, con enormes pantallas de última tecnología detrás del escenario, el Gobierno probó suerte con una estrategia de comunicación que sería profundizada a medida que se acerquen las legislativas de octubre.
Ya no sólo es la Presidenta la que habla cara a cara con el pueblo, sino que la propia gente tiene la oportunidad de decirle lo que piensa a la jefa de Estado, como ocurrió en Berazategui.
Una a una fueron desfilando mujeres de ese populoso partido del sur del conurbano para agradecerle a la presidenta, a la que en todo momento llamaron "Señora", lo mucho que se preocupa por la gente.
Así, el Gobierno parece haber avanzado un paso más en la instauración de su lógica comunicacional: dejado de lado el periodismo -sobre todo los diarios- como ´intérprete´ de la actividad gubernamental, la televisión se encargará de llevar a
cada hogar argentino no ya sólo los discursos oficiales en el Salón Blanco, sino también la ´comunión´ entre Gobierno y pueblo, en un diálogo cara a cara y sin intermediarios.
Se la vio cómoda a Cristina agradeciendo en su discurso el apoyo de la gente y mencionando por su nombre a cada una de las ´Doña Rosa´ a las que le había tocado elogiarla previamente.
El acto dejó al descubierto también la necesidad del equipo comunicacional del Gobierno de transmitir una imagen más ´humanizada´ de la jefa de Estado, ya que cierta frialdad discursiva, demasiado calculada, apareció como una de las falencias que le venían señalando los pocos que tienen chance de acercar una opinión en el blindado universo kirchnerista.
La otra novedad, más sustancial, es el endurecimiento que parece dispuesto a mostrar el gobierno con las protestas de los cada vez más radicalizados asambleístas de Gualeguaychú.
Las palabras de Néstor Kirchner, quien dijo que "nunca" estuvo de acuerdo con los cortes de ruta, y la firmeza con la que la Gendarmería impidió un nuevo intento de corte del puente a Uruguay en Colón, reflejan un giro en la política oficial destinado a recomponer lazos con el gobierno de Tabaré Vázquez en medio del
interminable conflicto por la instalación de la pastera Botnia en Fray Bentos.