Por José Calero
Argentina da "pruebas de amor", pero todavía no le creen
5 de septiembre de 2008
La Argentina sorprendió con una nueva "prueba de amor" a la comunidad financiera internacional, al anunciar su deseo de cancelar la deuda por 6.700 millones de dólares con el Club de París, pero los mercados la siguen considerando la "oveja negra" y la castigan poniéndola a la altura de naciones devastadas como Irak.
"A la Argentina se la tienen jurada, la duda es si le podrán torcer el brazo", es la lectura que hizo esta semana un experto en finanzas que se precia de mantener una posición equidistante e oficialistas y ortodoxos.
En el Gobierno están convencidos de que habrá nuevos ataques especulativos contra el país -en especial contra sus títulos de deuda-, y lo fundamentan en que tanto el pago al FMI como al Club de París cortan de raíz varios negocios vinculados con la
especulación financiera.
Incluso, los masivos despidos de equipos técnicos que debió hacer el Fondo Monetario en su staff muchos lo achacan al hecho de que Brasil y la Argentina decidieron darle la espalda y cancelar sus deudas, lo cual también terminó con los "monitoreos" que
realizaba su burocracia.
La presidenta Cristina Kirchner puso en blanco sobre negro cuáles son los sectores identificados con intereses contrarios a la Argentina, cuando dijo que hay mucha gente "molesta" por el canje de deuda que hizo el país.
Esa molestia se agudizó tras el anuncio del pago al Club de París, porque los fondos de inversión se quejan de que la Argentina cancele esa deuda y diga al mismo tiempo que no habrá salida para ellos.
El núcleo del problema, más allá de pinceladas ideológicas, se trata de dinero contante y sonante: son 25.000 millones de dólares que quedaron dando vueltas en la ruleta de las finanzas, y el establishment financiero los quiere cobrar como sea.
Hay fondos ´buitres´ operando en las sombras, muchos de los cuales cometieron un error de cálculo al comprar bonos con la expectativa de poder cobrarlos en un juicio que imaginaron ejemplar para poner en caja a la Argentina.
Para colmo, quienes sí aceptaron entrar al canje encima están que trinan porque consideran que la Argentina los está sometiendo a un "default técnico", al subestimar la inflación y dejarle de pagar miles de millones de dólares en concepto de intereses por los bonos ajustables por CER.
Pero, el país no puede echarle la culpa de todos sus males a la avidez y el enojo de los ´holdouts´.
A nivel local se siguen cometiendo errores porque en lugar de alentar el desarrollo de sectores productivos, como lo hace Brasil, el gobierno de Cristina continúa sin solucionar los problemas del campo y todavía no le encontró la vuelta al tema del
financiamiento para la industria.
El empresariado local está reclamando un plan de aliento a las inversiones a largo plazo: al menos esas señales son las que llegan de cámaras de peso como la Asociación Empresaria Argentina, que engloba a las 500 firmas que más facturan en el país, o de
grupos multinacionales como Techint.
En la semana del 21 de septiembre, la Presidenta enfrentará a los inversores y expertos de Wall Street.
Allí, otra vez ratificará que la Argentina tiene decisión de pagar deudas y las condiciones para hacerlo, pero también les reclamará que cesen las especulaciones contra el país.
"El que apueste contra la Argentina perderá", será la síntesis del mensaje que intentará transmitir la presidenta a la comunidad de negocios, cuando hable en Nueva York en el foro que le organizará el Consejo de las Américas.
La reforzará con un concepto que empezó a madurar en estos días: la Argentina debe instalar la idea de que este crecimiento ya no es un "veranito económico", sino un desarrollo a largo plazo.
El hecho de que la economía venga creciendo desde fines del 2002 parece darle la razón.
Peor será el tiempo el que dirá si su administración encaró el camino adecuado para combinar desendeudamiento con desarrollo sustentable.