Por José Calero
Un gobierno debilitado que deberá barajar de nuevo
17 de julio de 2008
Tras una dramática intervención del vicepresidente Julio Cobos, el oficialismo fracasó en su intento de imponer de madrugada una de las votaciones más reñidas en el Senado que se recuerden por las retenciones móviles, debiendo apelar incluso a sugerir que eran 'golpistas' aquellos que votaban contra el proyecto oficial, como si en ello le fuera la vida.
Casi al borde de un ataque de nervios, la presidenta Cristina Kirchner no logró convencer a Cobos de votar la ley y así imponer desde Olivos una ley polémica, que amagaba transformarse en una triunfo 'pírrico', que incluso terminara siendo hasta nocivo para la fortaleza política del kirchnerismo.
La polémica iniciativa de las retenciones móviles era rechazada por el campo, cuestionada por sectores hartos de un manejo discrecional de los fondos públicos para financiar fuerzas de choque y rechazada por gobernadores que no verían un peso de esos 2.000 millones de dólares extra que se piensan recaudar.
El dramático reclamo de último momento del senador rionegrino y alter ego de Cristina, Miguel Pichetto, para tratar de torcer el rumbo de una votación que peligraba, reflejó hasta qué punto al Gobierno parecía irle la vida en esta crucial jugada, que terminó perdiendo.
Cristina desnudó una debilidad llamativa en este momento histórico, agravada por la crispación y la intromisión que su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, tiene en su gobierno.
La Presidenta deberá recuperar rápido el timón del país y pedirle a su esposo que asuma el rol que le asignó la sociedad, el de presidente mandato cumplido, y el que le dieron los peronistas, el de jefe del PJ.
De lo contrario, lo que le ocurrió con las retenciones móviles, le puede empezar a pasar con otras iniciativas clave.
El revés que sufrió el oficialismo en la Cámara alta con la votación de una ley que aparentemente era "pan comido", deberá servir de lección para una administración que, a poco más de siete meses de ejercer el poder, lo único que logró es demostrar una capacidad increíble para despilfarrar poder.
El Gobierno debe corregir el rumbo y llamar en serio a un gran acuerdo nacional, que incluya al campo como agente central, si quiere que la Argentina aproveche la oportunidad única que representa un mundo necesitado como nunca de los alimentos producidos por estas pampas.