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Por José Calero
El equilibrio regional, el gas y el rol de Kirchner
29 de junio de 2006
El acuerdo a plazo fijo suscripto por los presidentes Néstor Kirchner y Evo Morales por el precio del gas contribuye a sostener el equilibrio económico en la región y proporciona al argentino nuevas herramientas para profundizar su rol de árbitro en Sudamérica, tironeada por tensiones múltiples.

Ese rol, inédito para un presidente enfático y con pocos pelos en la lengua como Kirchner, comenzó a evidenciarse en la última cumbre de Iguazú, donde el mandatario argentino buscó acercar posiciones entre Evo y Lula Da Silva, el jefe de Estado brasileño que sigue ofendido con su par boliviano por aumentarle el gas a Petrobras.

Con Lula lanzado a la reelección y necesitado de apelar a imágenes de fortaleza, es de esperar más tensiones por cuestiones económicas en los próximos meses.

Por eso, el convenio suscripto por Kirchner y Evo da tiempo a la región para ir recomponiendo las relaciones alrededor de una cuestión central como el recurso energético.

Los bolivianos se cansaron de "regalar" su único recurso natural clave, y por eso plantearon a la Argentina un aumento inicial del 56 por ciento, un piso que luego tratarán de aumentar cuando se acerque fin de año y venza este capítulo del acuerdo.

Kirchner volvió de su reciente visita a España convencido de que para las naciones europeas con intereses en Sudamérica, él puede convertirse en garante de equilibrio para compensar el "extremismo" de Hugo Chávez en Venezuela, la controversial posición respecto de cultivos de coca que tiene Evo Morales y las ambiciones hegemónicas de un líder natural de la región como Lula.

Para la Argentina, el esfuerzo de pagarle más a Bolivia por el gas no es tan mayúsculo, por ahora, ya que le compra a Bolivia apenas un 5 por ciento del fluido que consume a diario, pero plantea un desafío para cuando el país se vea obligado a adquirir partidas mucho mayores.

Pero el acuerdo dejó algunos puntos al menos confusos, que afectan los intereses de las industrias que consumen ese fluido y ponen en alerta al gobierno chileno.

Las industrias locales ya recibieron algunas señales de que deberán afrontar un mayor costo en el precio del gas una vez que el acuerdo entre en vigencia, porque el Estado argentino no está en condiciones de subsidiar a razón de 1,80 dólar por millón de BTU de gas que se le compra a Bolivia.

Es que el precio pasará de un día para el otro de 3,20 dólares por millón de BTU a 5 dólares, desde el 15 de julio próximo.

El caso de Chile tiene más peso por su costado diplomático, y representa un delicado desafío para la Argentina.

En especial, que Kirchner se haya comprometido ante Evo a que ni una molécula del gas importado desde el altiplano llegará a tierra trasandina.

Bolivia mantiene un duro litigio con Chile porque los sucesivos gobiernos de ese país se negaron a darle una salida al mar, una asignatura pendiente que modificaría el mapa económico de los bolivianos.

La administración Kirchner deberá entonces hacer malabares para demostrar que el gas que exporta a Chile no proviente de Bolivia, pero del éxito de esa empresa depende buena parte del prestigio que podrá ganar el presidente argentino como nuevo árbitro para garantizar racionalidad en la región.