Por José Calero
Una pelea que va más allá de las retenciones
14 de marzo de 2008
La escalada en la prolongada disputa entre el Gobierno y el campo, disparada por un anuncio de retenciones móviles que llegó en mal momento, va más allá de esta medida puntual y se remonta a los albores del dramático cambio de modelo decidido por la Argentina cuando caía por el abismo.
En aquellos días aciagos del 2002, durante el Gobierno de Eduardo Duhalde, el nuevo liderazgo político en el país surgido a los porrazos tras la huida en helicóptero de Fernando de la Rúa, mantuvo reuniones clave con los capitanes de la industria para
definir un nuevo rumbo, en lo que se convertiría en el enésimo giro de 180 grados que daba la Nación, luego profundizado por Néstor y Cristina Kirchner.
El "modelo industrial" definido en aquellas amargas horas llevó a la devaluación, la pesificación asimétrica y la película que vino después, que incluyó cinco años de crecimiento y benefició a distintos sectores, incluido el campo, aunque a costa de imponer altísimos impuestos a las exportaciones para "financiar los planes sociales", un esquema que los productores nunca terminaron de digerir.
Un problema de fondo, que resurgió ahora con fuerza, está vinculado con quién sigue financiando la atención de los bolsones aún significativos de pobreza que quedan en la Argentina, a pesar de tanto crecimiento.
En el campo consideran que el alto nivel de retenciones era aceptable en tiempos de hecatombe, pero sostienen que desde hace tiempo que es hora de ir reduciéndolo y rechazan de plano la intervención constante en el mercado de carnes y, ahora más, en
el de granos.
En el Gobierno tienen una lectura totalmente distinta: sostienen que el campo se está beneficiando por el alto precio de los commodities en el mundo, que demuestra egoísmo al buscar impedir que parte de esa renta sirva al "interés" general, incluido la contención de los precios internos.
También se preguntan en la Casa Rosada qué ocurriría con los precios de los alimentos si el Gobierno no aplicara las retenciones.
La "biblioteca" de los economistas ligados al desarrollismo, llámense Aldo Ferrer, Eduardo Curia o el propio ex ministro Miguel Peirano y hasta Roberto Lavagna, es la que domina la agenda en este tiempo de la Argentina, como quedó demostrado con el anuncio sobre retenciones hecho por Martín Lousteau.
Se trata de una disputa que va más allá de las retenciones y que incluye como eje el modelo de país que trata de dibujar la Argentina.
Desde el campo se inclinan por un modelo agroindustrial y sostienen que la Argentina demostró que sigue siendo el "granero del mundo", aún en estos tiempos más sofisticados, donde industria y agro se mezclan para dotar de mayor valor agregado a los productos exportables.
En el Gobierno parecen más convencidos de que el camino es alcanzar un proceso de industrialización más afín al iniciado por Brasil hace décadas, con un fuerte desarrollo que lo llevó a producir hasta aviones.
La queja del agro es porque considera que un modelo busca desarrollarse a costa del otro, donde sustraer parte de la renta agropecuaria es funcional a la contención social y la protección de la industria.
Esto explica buena parte del endurecimiento del campo en los últimos días, cuando hicieron las cuentas y se dieron cuenta de que, lejos de beneficiarlos, el "proyecto Lousteau" les puede terminar "expoliando" entre 1.500 y 2.000 millones de dólares más
de renta anual.
También genera dudas el ataque que hizo el joven ministro contra la "sojización" en la Argentina. ¿Acaso se busca matar a la gallina de los huevos de oro?, se preguntaron los zares de la soja, recordando que el complejo sojero explica la mayor parte del
superávit fiscal.
A pesar del paro fulminante decidido en pocas horas por las entidades del campo, no existe una postura uniforme en el sector, ya que mientras la Federación Agraria (FAA) y Confederaciones Rurales muestran un discurso muy duro ante el Gobierno, existe una
postura más dialoguista por parte de grandes productores nucleados en la Sociedad Rural.
Es que entre las entidades que nuclean a muchos pequeños productores, como la FAA y Coninagro (cooperativas), existe la percepción de que el Gobierno se olvidó de las pymes del agro y hasta advierten que si éste es el camino elegido miles de pequeños
emprendimientos agropecuarios pueden desaparecer, porque carecen de espaldas anchas para aguantar esta nueva presión impositiva.
Lousteau busca retomar la iniciativa
El ministro no esperaba una reacción tan fuerte del campo después de los anuncios, pero sabía que caerían mal.
Entre algunas entidades agropecuarias dijeron sentirse "usados" por el jefe de Economía en su interna con Guillermo Moreno, ya que consideran que los anuncios permitieron a Lousteau retomar la iniciativa ante la Casa Rosada.
Lo cierto es que el ministro de Economía protagonizó en los últimos días un raid en los medios sin antecedentes en sus tres meses de gestión y brindó varias definiciones.
Dijo que no piensa renunciar, defendió el nuevo esquema de retenciones y recordó que Moreno es un subordinado más con quien trabaja codo a codo.
Así, abordó tres frentes clave: el de su consolidación en el cargo, que aún no se palpa en el mercado, la necesidad de lograr éxito con su medida más rotunda y polémica como lo son las "retenciones móviles" y la urgencia de poner en caja, aunque aún
no lo logra, al aguerrido secretario de Comercio Interior.
El ministro está convencido de su plan para el agro argentino y así se lo dijo a la presidenta Cristina Kirchner cuando se lo presentó.
Para Lousteau, el nuevo esquema permitirá garantizar que los alimentos básicos de la dieta de los argentinos se puedan conseguir a un precio razonable, y frenar el proceso de remplazo feroz en la producción de leche y carne, por la de soja, defendiendo la producción de trigo y maíz.
El impacto de la medida se verá en el mediano y largo plazo. Por ahora, el gobierno abrió otro frente de tormenta en un escenario de por sí complicado.
El paro del campo -extendido hasta el próximo miércoles- puede provocar en los próximos días desabastecimiento de carne y lácteos, sumándose a los problemas que ya sufre el país en materia de combustibles, y poner de mal humor a millones de argentinos ahora que está llegando Semana Santa.