Comenzaron a llegar al país, provenientes de Oxford, Inglaterra, los Mini Coupés en tres versiones: el Coupé, a secas, el S Chili y el John Cooper Works, de exagerados 211 caballos. El test de Asteriscos
El éxito obtenido por la recreación del Mini que marcara un antes y un después en cuanto a automóviles pequeños, fue de tan magnitud que la casa absorbida por la BMW no dejó desde entonces de lanzar al mercado de los autos exclusivos, todas las variantes posibles: berlina hatchback, rural, cabriolet y all-road.
Ahora cierra el círculo englobalizador con un cupé. Un auto para disfrutar de a dos. El más deportivo de todos, por su silueta, por su comportamiento dinámico y por sus extraordinarias motorizaciones. Comenzaron a llegar, provenientes de Oxford, Inglaterra, los Mini Coupés en tres versiones: el Coupé, a secas, el S Chili y el John Cooper Works, de exagerados 211 caballos.
Nos tocó testear al intermedio con motor de 184 CV, que es el mismo que equipa, entre otros que están en nuestra plaza, al Citroën DS4, a los Peugeot RCZ, 308, 508 y 5008, al BMW 118i y también al Mini Countryman.
Ni siquiera es un 2+2. Sincera su calificación de cupé deportivo, con apenas un pequeño espacio tras las butacas traseras, el que se comunica con una generosa abertura cuadrangular con el baúl, lo que incrementa la capacidad del baúl, ya de por sí buena (280 litros) lo que alcanza y sobra para equipaje de sus dos pasajeros.
El diseño es el de un dos volúmenes y medio. Personalísimo a partir de un frente en todo de acuerdo con el de sus hermanos. Pero la inclinación del parabrisas es mayor en 15° en beneficio de la aerodinámica. El pequeño techo, de arco muy pronunciado se prolonga en un gran alero sobre la luneta, del mismo color que la cubierta. De costado se descubre una pequeña ventanilla trapezoidal que se continúa con el cristal trasero de acentuada comba. Sobre el baúl, un alerón móvil se activa automáticamente al traspasar los 40 Km/hora, saliendo desde la parte superior del baúl y cargando el tren trasero con 40 kilos adicionales, para mejorar la tenida.
También manualmente, si se quiere agregar un detalle a la pinta, el alerón puede desplegarse con el auto inmóvil o a baja velocidad.
Visto desde atrás se observa la espectacularidad de la popa, donde la atención es llamada por las graciosas ópticas triangulares, la ficticia salida de aire que contiene a las luces para niebla y los remates de los dos caños de escape.
Comparado con los Mini standard, manteniendo el mismo ancho, el mismo largo total y la misma medida entre ejes, es 2,3 centímetros más bajo. Se ha optimado el índice de penetración aerodinámica, el que se cuantifica con un Cx de sólo 0,36.
El interior de pequeñas dimensiones pero muy acogedor por calidad y diseño, muestra la singularidad (controvertida) de sus particulares instrumentos de tablero de grandes circunferencias (el velocímetro miente con un 5 a 6 % de error). Las butacas, de moderadas dimensiones son sin embargo muy cómodas y de buena sujeción.
Por su conformación, los respaldos de los asientos hacen tope en la parte trasera del cockpit, por lo cual si se llevan a tope, apenas permiten reclinarlos. La posición de manejo ideal es ayudada por una pedalera profunda y regulaciones en altura y profundidad de la barra de dirección. No hay profusión de portaobjetos, y la guantera es chica, pero refrigerable.
El motor naftero de 1.6 está ubicado transversalmente adelante, tiene cuatro válvulas por cilindro con doble árbol de levas a la cabeza, admisión variable y distribución por cadena. Se alimenta con inyección directa, con turbo e intercooler. Su par motor de 26,5 Kgm se mantiene en una extensa meseta que va de las 1.600 a las 5.000 rpm, lo que le da al impulsor su carácter esencial.
La transmisión automática Steptronic (opcional, estaba en la unidad testeada) es comandada por una caja de seis marchas, de las cuales las dos superiores son desmultiplicadas (0,85 y 0,67 a 1). Las seis marchas muy bien escalonados con levas caídas entre uno y otro cambio, pueden ser accionadas mediante levas tras el volante, para una conducción más precisa y a la vez relajada.
Con aquello no es sorprendente que la velocidad máxima llegue a los 216,5 Km/h que conseguimos en Drive utilizando la función Sport, de la que dispone la caja. En aceleración de 0 a 100 Km/hora tardamos 7,6 segundos y para frenarlo, a la inversa, logramos detener a los 1.240 Kilos (en orden de marcha y sólo con el conductor) en apenas 39,5 metros, un registro excelente que se origina en sus cuatro discos de freno. También en drive-sport comprobamos su poder de recuperación: apenas seis segundos para pasar de 80 a 120 Km/hora. El consumo promedio es de algo menos de 15 kilómetros por litro, con 12,6 Km/l en autopista a 130 Km/hora.
Dinámicamente, pareciera ser este el de mejor comportamiento, por la distribución del peso y por su centro de gravedad más bajo. Y porque tiene un reglaje de suspensiones realmente duro para el sistema McPherson delantero y de brazos múltiples atrás. Esto para que sea perfecta su desenvoltura en rutas, pero hay que pagarlo con un andar por demás áspero en el tránsito urbano. La dirección electro-mecánica variable tiene un funcionamiento inobjetable. El equipamiento es de alto nivel, con sensor de estacionamiento, computadora, botón de arranque, followme, levanta vidrios con antipinzamiento, juego de herramientas, audio completo, indicador de desgaste de pastillas de freno, climatizador automático, volante multifunción forrado en cuero y pantalla informativa.
Faltan el plegamiento eléctrico de los espejos y algo tan simple como una agarradera de techo para el acompañante. Además, por ser sus neumáticos 205/40 17” del tipo runflat, no carga rueda de auxilio, lo que puede llegar a ser un incordio. En seguridad la lista de su dotación incluye cuatro airbags (frontales y laterales), antibloqueo ABS, asistente de frenada de urgencia, controles de estabilidad y tracción, faros de xenón, luces para niebla y cinturones de seguridad full.
No tiene directos competidores para comparar. Quizás el que más se le asemeje en espíritu y características sea el Peugeot RCZ (con el mismo motor). La garantía es de tres años o 100.000 kilómetros.