Decir que “Batman, el caballero de la noche” es la mejor película sobre este personaje que se haya realizado hasta el presente sería injusto con algunas de sus predecesoras. Es como cuando comparamos a Distéfano con Messi, a Rod Laver con Roger Federer, a Newton con Einstein. Lo cierto es que el tiempo pasa y el mundo cambia. Batman también. Y lo hace de un modo escalofriante y maravilloso.
Lo que sí se puede afirmar sin caer en anacronismos es que Tim Burton filmó hace ya muchísimos años al mejor Batman que podía ofrecernos en 1989 y 1992. En su primer versión, Michael Keaton se ponía la máscara para a un Jack Nicholson (El Guasón) vestido de violeta y con una sonrisa permanente en su rostro. En el segundo filme de este realizador sobre el hombre murciélago, Burton rodeó a Keaton de villanos potentes y tristes como Michelle Pfeiffer (Gatúbela), Danny DeVito (El Pingüiino) y Christopher Walken (Max Shreck) para ofrendarnos otra obra maestra.
Luego de dos rotundos desaciertos perpetrados por el director Joel Schumacher en 1995 y 1997 (“Batman Forever” y “Batman y Robin”), la franquicia del vengador nocturno tuvo la fortuna de caer en manos del realizador Christopher Nolan. Y éste no sólo revivió al personaje. Le dio una personalidad, una complejidad y un cariz que nadie hasta entonces se había atrevido a otorgarle.
Con “Batman inicia”, nos contó el origen del héroe. Y “El caballero de la noche” ya nos lo muestra en acción, en su primer gran enfrentamiento con un villano de su tamaño: el glorioso Guasón que Heath Ledger ha creado como legado, antes de morir.