Por Sebastián Martínez
"¿Qué pasó ayer? II": otra fiesta inolvidable
25 de mayo de 2011
Cuando, hace dos años, apareció en las pantallas “¿Qué pasó ayer?”, causó un pequeño revuelo en el mundo de Hollywood. Se había dado uno de esos pocos casos en los que un filme pequeño para la industria que logró revolucionar la taquilla de los Estados Unidos, mediante un modo no muy explorado en aquellos pagos de entender la comedia.
En aquella oportunidad, la trama giraba en torno a cuatro amigos que iban a Las Vegas para celebrar una despedida de soltero que se salía totalmente de cauce, tal como descubren al despertar y encuentran que en su habitación de hotel falta el novio y sobran un tigre y un bebé.
Ahora que llega la secuela, la idea se repite casi sin variantes. Premeditamente, el director eligió repetir casi calcada la estructura argumental y narrativa de la primera parte. Una boda, una noche de descontrol de la que no se recuerda nada y una persona que debería estar allí pero que ha desaparecido.
Lo único que varía es el escenario. Si antes el descontrol tenía lugar en la emblemática Las Vegas, ahora será Bangkok el sitio en el que la banda de descontrolados amigos tiene que hacer esfuerzos fuera de su alcance para recordar lo que ocurrió la última noche y rescatar a uno de los miembros del grupo en peligro.
Dicho así, se podría pensar que “¿Qué pasó ayer? Parte II” es un fraude. Que es simplemente una copia de la película original a la que sólo se le han cambiado un par de detalles.
Sin embargo, hay algo en el filme (y en la saga) que hace que la apuesta del director Todd Phillips sea atractiva. Es difícil definir de qué se trata, pero podría afirmarse que es su modo de entender la comicidad. Un modo inusual para Hollywood. Un modo de hacer reir que no tiene que ver con el típico mecanismo de los gags con remate.
Aquí lo que coloca al espectador en un estado de propensión a la risa es la conjunción de situaciones imposibles, verosímiles y desesperantes, y uno o dos personajes excéntricos que reaccionan siempre de una manera imprevisible. A lo que se suma, claro, la labor de tres actores que están probando madera de comediantes: el galán Bradley Cooper, el inefable Zach Galifianakis y el siempre tenso Ed Helms.
Y quizás el mayor logro de “¿Qué pasó ayer?”, en sus dos capítulos, sea lograr un subgénero nuevo. Una mezcla del humor más elemental, donde los chistes tienen que ver con las erecciones, la cocaína y el trasvestismo, con un soporte sofisiticado e inteligente.
Para decirlo de otro modo, un humor básico que, curiosamente, no subestima al espectador. Por eso, tal como se pudo decir de la primera parte, “¿Qué pasó ayer? Parte II” tal vez no sea un filme extraordinario, pero tiene condimentos para ser disfrutada y recordada.