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Por Sebastián Martínez
"Solomon Kane": el puritano popular
29 de septiembre de 2010
Antes de que la televisión avanzara a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y se apropiara de modo casi monopólico del concepto de "entretenimiento", en la última décadas del siglo XIX surgió una industria floreciente conocida como la "pulp fiction". Hoy esa conjunción de palabras remite inmediatamente a un filme de Quentin Tarantino, pero allá por 1920 era el centro del consumo cultural de las masas en los Estados Unidos.

¿En qué consistía? Aunque hoy parezca inverosímil, consistía en libros y revistas. Muchos de esos libros, luego, fueron adaptados para la radio (y más tarde para la televisión o el cine o los cómics, tal como veremos en un momento). "Tarzán" es quizás el ejemplo más acabado de "pulp fiction": pasó por todos los formatos y es probable que en cualquier momento lo tengamos con nosotros de nuevo.

Los "pulp" eran, por supuesto, libros y revistas muy baratos, confeccionados con la más baja calidad de papel (de allí viene lo de "pulp", por la pulpa de madera), que se vendían con muchísimo éxito entre las clases populares, atraídas enormemente por historias que captaban su atención. Con escritores a sueldo (primero en forma de pequeños relatos, más tarde ya como historietas), estas revistas y libros trajeron al mundo infinidad de personajes que aún hoy son venerados por millones.

Un caso de ellos es "Solomon Kane", un personaje que vio la luz por primera vez en 1928 con la pluma de Robert Howard, que tuvo sus seguidores en el papel, que luego se transformó (ya en la década del 80) en historietas (o novelas gráficas, como se les llama ahora) y finalmente, ya en el siglo XXI, en una película.

El personaje original era una suerte de vengador puritano, un hombre de fe (de la fe protestante, vale aclararlo), que vagaba por los pueblos de prácticamente todo el mundo (América, Africa, Asia, Europa) combatiendo el mal. A casi un siglo de la invención de este personaje, el cine lo alberga por primera vez. Y lo hace con una historia original, una historia que pretende contarnos el nacimiento de Solomon Kane.

La cosa empieza así. A comienzos del siglo XVII, un británico de noble cuna que fue desheredado por su padre, se ha convertido en el más temible mercenario al servicio de Su Majestad, Isabel I. Pero lo peor del caso es que el hombre no sólo es un guerrero de una ferocidad temible, sino que realmente lo disfruta. Seamos concretos: el tipo es un asesino, un asesino cruel y despiadado que se relame con la muerte de cada una de sus víctimas. Ese asesino se llama Solomon Kane.

Pero un día, un enviado del infierno (porque en esta película hay criaturas infernales y brujas y hechiceros y todo tipo de monstruos) le dice a Kane que su alma está condenada y que debe resignarse a vivir la eternidad en el inframundo. Pero Kane se rebela, se esconde en un monasterio y espera la oportunidad para redimirse y ganarse el cielo.

Por después, es expulsado del monasterio y empujado a los caminos de la Inglaterra medieval, donde no le queda otra que hacer la mejor letra posible para que un asesinato no lo mande junto a Satanás. Y lo viene haciendo bastante bien, hasta que un verdadero ejército de demonios invade la Tierra y el bueno de Solomon tiene que salir a dar la cara, aunque eso le cueste una eternidad entre las llamas. Y hasta ahí se puede contar el asunto.

La película es en varias ocasiones demasiado burda. Pero, en cierto modo, pareciera que esa tosquedad hubiese sido algo buscado, quizás al modo de muchas historietas clásicas de los años 50 y 60, quizás como los propios diálogos del "Solomon Kane" original de 1928. A fin de cuentas, la impostación parece en este caso ser, más que un defecto, una búsqueda estética deliberada (y habrá quienes la tomen para bien y quienes la detesten).

Y hay dos elementos de "Solomon Kane" que la transforman en una película no del todo desestimable. Por un lado, la dirección de arte y fotografía logran un efecto bastante armonioso y tétrico a la hora de representar los campos asolados por el frío y el mal, en la Inglaterra de hace cuatro siglos. Y, por otra parte, tal como ocurre en las novelas gráficas para adultos de la actualidad, el guión no es (al menos en los detalles) previsible. Es decir: mueren personajes que uno espera que vivan, más allá de que el final de la película se viene venir desde lejos. Y hay que sumarle a esto que James Purefoy no está nada mal en la interpretación de este héroe trágico y que ha sido rodeado de gente con solvencia de sobra como Max Von Sydow y Pete Postlethwite.

En resumen, "Solomon Kane" termina siendo un homenaje respetable a la historia del "pulp" y de la novela gráfica para adultos. No es poco. Aunque, claro... aquellos a quienes el "pulp" y la novela gráfica los tengan sin cuidado no deben esperar demasiado de este filme.