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Por Sebastián Martínez
"Terminator, la salvación": el triunfo de las máquinas
2 de junio de 2009
De movida, era sabido que quien se pusiese la mochila para avanzar en la saga de "Terminator" tendría que cargar con bastante peso. Porque está claro que no es una historia cualquiera. Es un hito en el cine de ciencia ficción futurista y apocalíptica, sólo comparable quizás con "Mad Max" y algunas otras pocas.

El asunto arrancó allá por 1984 y nada menos que de la mano de James Cameron. Sí, el mismo de "Titanic", "El abismo" y la segunda de "Alien". Es decir, un monstruo de Hollywood, un tipo del que se podrán decir muchas cosas, pero jamás que no sabe cómo contar una película.

Cameron hizo la primera "Terminator" y logró, con efectos especiales malísimos incluso para la época, sentar un precedente en este tipo de cine. Seis años más tarde se despachó con "Terminator 2: el día del juicio", para volver a dar cátedra con villanos de mercurio líquido y computadoras ganando terreno en el terreno de los FX.

Cuando el obsesivo director de "Titanic" se desprendió de "Terminator", la herencia cayó en manos de un tal Johnatan Mostow, que poseía pocos méritos y tampoco hizo mucho por la saga, redondeando una despareja "Terminator 3".

Ahora, para encarar el cuarto capítulo de la historia, la película le fue confiada a McG, cuyo único acierto comercial hasta el momento había sido dirigir las dos películas de "Los ángeles de Charlie".

Y el resultado es más o menos el esperado. Atractivos efectos visuales (que deberían ser la envidia de los creadores de "Transformers"), un ritmo narrativo logrado, personajes débiles, poco carisma y un argumento que no llega a despertar demasiada mística. En cierto modo más o menos paradójico, "Terminator: la salvación" es el triunfo de las máquinas. No de las máquinas mencionadas durante la película, sino de otras dos máquinas: las de los efectos especiales y la que cuentan las recaudaciones de Hollywood.

Para quienes no estén al tanto de qué va la mitología de "Terminator", aquí va una breve sinopsis. A comienzos del siglo XXI, las computadoras cobran suficiente inteligencia para empezar a tomar decisiones y pocos años después entienden que el ser humano es su principal amenaza, por lo cual resuelven tomar el control del planeta y desatan un holocausto nuclear que diezma la población terrícola.

Sólo quedan algunos sobrevivientes y, entre ellos, un tal John Connor, que parece el único capacitado para capitanear la resistencia y oponerse al dominio artificial. Pero en algún punto, se descubre la posibilidad de viajar al pasado y las máquinas envían a un exterminador con la cara de Schwarzenegger al pasado para matar a quien será la madre de Connor, que a su vez es protegida por un hombre enviado desde el futuro por la resistencia (en la primera parte).

Sarah Connor sobrevive y tiene a su hijo nacido de la unión con ese hombre del futuro, pero las máquinas envían a un segundo matón, que fracasa por la acción de un exterminador converso que logró ser reprogramado por la resistencia (segunda parte). Pero, paralelamente, los planes de dominación de las máquinas siguen avanzando y, pese a la supervivencia de John Connor, el holocausto finalmente sucede (tercera parte).

Lo cual nos deposita en este cuarto capítulo, donde John Connor ya es todo un hombre (interpretado por Christian "Batman" Bale) y está enrolado en la resistencia. En "Terminator: la salvación" habrá un plan para destruir a las máquinas, habrá un exterminador (mitad humano, mitad máquina, mitad bueno, mitad malo), habrá miles de aparatejos creados por computadora y habrá un desesperado plan de John Connor para salvar a su padre, quien aún es un adolescente valeroso y confundido.

El cuantioso presupuesto destinado a "Terminator: la salvación" logra, en algún punto, ocultar las falencias humanas que lo vuelven un filme más o menos ordinario. No puede negarse la espectacularidad y el constante ruido vertiginoso que lleva al espectador de las narices durante las casi dos horas de proyección. Uno, por decirlo de algún modo, se va con las retinas llenas y el corazón vacío. Lejos de sus ilustres predecesoras, "Terminator: la salvación" se salva raspando de ser una mala película. Pero... ¡cómo se los extraña a Linda Hamilton y al viejo Arnold!