Por Sebastián Martínez
"Cuenta regresiva": el horóscopo fatal
1 de abril de 2009
Esta vez debemos arrancar con el argumento. O, por lo menos, con esa parte del argumento que se puede contar sin arruinarle la película a nadie. “Cuenta regresiva” empieza en 1959, en una escuela primaria de Boston. Allí, una niña que escucha permanentemente susurros, tiene una idea para la inauguración del colegio: que todos los alumnos imaginen cómo será el futuro y que pongan el resultado de esas fantasías en una cápsula del tiempo, para que sean leídas 50 años más tarde.
Pero mientras sus compañeritos de clase hacen dibujos de robots y cohetes espaciales, esta triste niña llena toda una página con una ininteligible serie numérica. Cincuenta años más tarde, cuando la cápsula es abierta, esa serie de números llega a manos de un chico llamado Caleb, huérfano de madre, cuyo padre trabaja como astrofísico en el Massachussets Institute of Technology, uno de los más prestigiosos del mundo.
En poder del astrofísico John Koestler (interpretado por Nicolas Cage), la serie de números será decodificada y el resultado será aterrador: se trata de la predicción de todas las catástrofes fatales que han venido ocurriendo en el último medio siglo y que terminarán el 19 de octubre de 2009, con un desastre global.
No tiene sentido entrar en detalles sin contar la totalidad de la película. Sí se puede decir que, técnicamente, “Cuenta regresiva” no es una mala película. Su guión es prolijo si uno acepta el tono fantástico del relato. Y la realización (especialmente algunos de sus efectos especiales) tiene puntos altos. De hecho, su director, Alex Proyas, ya ha demostrado su muñeca para el cine comercial previamente con filmes como “Yo, robot” y “El cuervo”.
Y también se puede apuntar que se trata de una idea ingeniosa. Pero ideas ingeniosas sobran en Hollywood. Y tampoco es que el planteo de “Cuenta regresiva” sea particularmente original, no es algo que no vengamos leyendo desde hace unos veinticinco siglos, por sólo remontarse al síndrome de Cassandra salido de la mitología griega o a los mismísimos profetas bíblicos.
Pero el hecho de que el asunto ya venga tratándose en el cine y la literatura no tiene por qué quitarle fuerza ni calidad a una nueva reactualización del tema profético. Lo que, en cambio, decepciona un poco, es el modo en que una idea ingeniosa termina siendo el eje de una película que parece financiada por la derecha ultrareligiosa y creacionista de los Estados Unidos para dar a conocer sus ideas.
Porque lo que va quedando en claro a medida que avanza “Cuenta regresiva” es que el tema central del filme no es la precognición, ni las predicciones, ni las profecías, sino la discusión acerca de la existencia de Dios y de la importancia de apegarse a sus mandatos. O todo está predeterminado o todo es una serie de coincidencias, nos dice al comienzo de la película el personaje de Nicolas Cage. La película tomará partido más temprano que tarde por una de estas dos posibilidades. Y cuando las cosas son tan explícitas, el cine suele perder encanto.
Aquí está el trailer subtitulado:
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