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Por Sebastián Martínez
Agente internacional: el asesino es el banquero
25 de marzo de 2009
Se podrán decir muchas cosas de Hollywood, pero nunca que sus mandamases son lentos de reflejos. Cuando han pasado apenas pocos meses de que se declarara oficialmente desatada una de las crisis más brutales del sistema financiero internacional, la maquinaria industrial del cine americano ya nos ha entregado dos piezas que adoctrinan sobre la cuestión.

Hace sólo una semana fue el caso de "Loca por las compras", donde la pantalla nos aleccionaba sobre los riesgos que trae aparejado el uso indiscriminado de las tarjetas de crédito. Claro: ahora vienen tiempos de austeridad y el consumismo comienza a ser mal visto, en especial cuando se basa en una cadena crediticia que ha comenzado a flaquear.

Pero aquí hablaremos de otra película. "Agente internacional" se llama. Y sirve como alegato antibancario. Como si los bancos no estuvieses ya en la mira de tres cuartas partes del mundo, ahora viene este thriller protagonizado por Clive Owen y Naomi Watts para recordarnos que las entidades financieras del mundo son uno de los más peligrosos enclaves de poder del orbe.

El asunto es así: en el centro de la trama de "Agente internacional" hay un banco, uno de los grandes, uno de ésos que tienen ramificaciones por todas partes. Y, apenas uno rasca un poco debajo de su fachada, descubre que se dedica a la compra de armamento, a financiar golpes de Estado, a encargar magnicidios políticos, etc. Eso es lo que descubre el agente de la Interpol Louis Salinger (Owen) y la investigadora de la Fiscalía neoyorquina Ella Whitman (Watts).

Ahora la cuestión que se les plantea es: ¿cómo desenmascarar y poner en el banquillo de los acusados a estos banqueros (los más malos del mundo), si medio mundo está comprometido o endeudado con ellos y cuentan con el respaldo de los gobiernos más poderosos del planeta?

No será sencillo. Tal vez, de hecho, sea imposible. Y, probablemente, sea inocuo. Porque, como dice el dueño del banco en cuestión: "Si yo muero, habrá otros diez banqueros dispuestos a ocupar mi lugar".

En fin, para saber si el hombre de la Interpol y la asistente del fiscal tienen éxito hay que ir a ver esta película dirigida por el alemán Tom Tykwer (el mismo de "El perfume" y "Corre, Lola, corre"). Lo que sí se puede adelantar es que los investigadores no son aquí (como el verosímil exigiría) "ratones de escritorio" que llegan al meollo de los fraudes bancarios enterrados entre expedientes y balances contables.

No, aquí los investigadores dedicados a detectar irregularidades en las altas finanzas son sujetos armados, que corren por los techos de Estambul, son expulsados de Milán y tienen encuentros furtivos con informantes en los estacionamientos de Berlín. De este modo, lo que en el mundo real sería algo más parecido a un contador avispado se convierte por obra y gracia de este filme en una suerte de Jason Bourne o del mismísimo James Bond, con mucha más acción en el horizonte que cualquier agente de la AFIP.

En favor de "Agente internacional" se podrá decir que se anima a contar una historia en la que los villanos son las grandes corporaciones financieras, aunque habrá que conceder hoy en día eso parece ya un lugar común. Por otra parte, Owen (quien alterna películas excelentes con otras pésimas) siempre rinde lo suyo, y que Watts (quien también ha tenido sus altibajos) no ofrece demasiados flancos en este trabajo casi rutinario.

Esta película, ciertamente, no funcionará como consagración para ninguno de sus implicados. Owen, Watts y el propio Tykwer han hecho trabajos mejores. Pero tampoco hundirá la carrera de nadie. "Agente internacional" es un filme correcto, aunque acotado. Como película de acción se queda corta, como película de denuncia le falta mucho. Pero, así y todo, no está mal hecha. Sus dos horas de metraje no son tediosas, al menos. Hay oficio y (pocas) buenas intenciones. Que nadie le pida más a esta película.