Por Sebastián Martínez
"Peligro en Bangkok": el sicario angustiado
6 de enero de 2009
Existe un preconcepto que señala que a los críticos no les gustan las películas de acción de Hollywood y son más bien adictos a las lánguidas cinematografías orientales o a los dramas humanos de origen europeo. Esto no es del todo cierto. Hubo en los últimos años, sin ir más lejos, muy buenos filmes de acción que fueron bienvenidos por la casta de los comentadores cinéfilos.
Un buen ejemplo es la saga de Bourne, que recibió una calurosa bienvenida por parte de los especialistas. O las últimas dos incursiones de James Bond en la pantalla grande, que también merecieron cierto reconocimiento. O la interesante "Soy leyenda", con Will Smith y un ovejero alemán que se robaba la película. O la mismísima "Los infiltrados", en la que Martin Scorsese demostró su pericia para el policial.
En fin, son varios los filmes que podrían catalogarse como "de acción" y que encuentran en los críticos de cine una buena acogida. El problema, quizás, es que Hollywood ha tomado la violencia (junto con la comedia romántica) como su tema favorito. Y esto provoca que la inmensa mayoría de las películas que salen de sus factorías apunten hacia ese género. El resultado de esta operación es que los filmes de acción salen de Los Ángeles como ristras de chorizos y, por lo tanto, entre tanta abundancia se hace difícil encontrar productos de verdadera calidad.
Toda esta larga introducción va dirigida a justificar por qué deberemos poner tantos reparos ante "Peligro en Bangkok", la nueva película protagonizada por Nicolas Cage. Un filme chato, previsible y convencional, que casi no califica para ver una tarde plomiza de verano en un canal de cable, mientras nos reponemos de las comilonas de las fiestas de fin de año.
Primero vamos a lo formal. "Peligro en Bangkok" trata sobre Joe (Nicolas Cage), un asesino a sueldo que debe llegar a la capital tailandesa para cometer un último trabajo: un cuádruple homicidio bien remunerado que le serviría para retirarse del negocio. Nuestro sicario tiene, como en tantas películas de este tipo, una serie de mandamientos que nunca ha roto y que le han servido para "triunfar" en lo suyo, al tiempo que para volverse un tipo bastante amargado.
Ya todos pueden imaginarse en qué consisten esas reglas: mantenerse al margen, no involucrarse con nadie, eliminar cualquier rastro, etc. Como también suele ocurrir en estos filmes, esas reglas serán rotas y todo se complicará. ¿Qué es lo que pasa? Bueno, es más o menos fácil de adivinar. Habrá una mujer que lo cautivará y un joven al que tomará como discípulo.
Las cosas serán más o menos estables mientras Joe trabaje asesinando matones por encargo de otros matones con más dinero. Y se tornarán más peliagudas cuando el blanco sea de otra naturaleza.
En fin, no tiene sentido contar mucho más. De hecho, de los casi cien minutos de película, hay noventa que pueden ser descriptos apenas vemos el trailer. Quizás sólo el final depare alguna sorpresa para lo que es el tradicional policial sobre "sicarios con moral" que Hollywood repasa cada tanto.