Por Sebastián Martínez
"Kung Fu Panda": un Karate Kid panzón
2 de julio de 2008
“Kung Fu Panda”, como tantas otras películas antes, cuenta con bastante humor y algo de previsibilidad un relato mil veces escuchado. Se trata de la historia del héroe accidental, del héroe impensado, de aquel ser común y corriente que fue llamado a cumplir con un destino a priori reservado a los grandes personajes. Claro, la gracia reside en que aquí el protagonista de tan inusual aventura es un oso panda panzón, algo torpe y bastante cómico.
El asunto comienza en algún lugar de China llamado Valle de la Paz, donde el oso panda Po (con el acento de Jack Black) atiende junto a su padre un despacho de fideos. “Somos gente de fideos, el caldo corre por nuestras venas”, le dice a Po su padre que, curiosamente, no es otro oso panda, sino un pato.
Pero las miras de Po van mucho más allá. Cuando llegan las noches y Po cierra sus ojos, sueña con verse convertido en un maestro del Kung Fu, en un temible señor de las artes marciales que tanto venera y cuya historia se sabe al dedillo. Cuando despierta, sus aptitudes lo devuelven a la realidad. No sólo no es capaz de consumar una patada voladora, sino que su panza apenas lo deja levantarse del piso.
En la cima de la montaña, donde se emplaza el Palacio de Jade, el maestro Shifu (un pequeño y anciano panda rojo interpretado por Dustin Hoffman) enseña todos los secretos del Kung Fu a sus alumnos más avezados, los temibles “Cinco Furiosos”: Tigresa (Angelina Jolie), Mono (Jackie Chan), Mantis (Seth Rogen), Serpiente (Lucy Liu) y Grulla (David Cross).
Las lecciones transcurren con rigor y tranquilidad, hasta que el Gran Maestro Oogway (una tortuga con la voz de Randall Duk Kim) tiene una visión: el feroz Tai Lung (un leopardo de las nieves personificado por el británico Ian McShane) escapará de la prisión donde purga condena por delitos terribles y regresará para vengarse de los sabios del Kung Fu. Ha llegado la hora de develar quién será el Gran Guerrero Dragón, el único con capacidad para detener a semejante bestia. Como todos imaginamos, no será ninguno de los “Cinco Furiosos”, sino el glotón Po el señalado para esa tarea.
No tiene sentido avanzar más en el argumento. Aunque más o menos podemos imaginarlo porque ya lo hemos visto en películas tan disímiles como “El imperio contraataca” (con la dupla Mark Hammill/Yoda como aprendiz y maestro), “Kill Bill 2” (Uma Thurman/Gordon Liu), “Karate Kid” (Ralph Macchio/Pat Morita) y hasta “El color del dinero” (Tom Cruise/Paul Newman) y “El coleccionista de huesos” (Angelina Jolie/Morgan Freeman).
A todas esas películas homenajea “Kung Fu Panda” con su historia sobre el sabio que enseña y termina aprendiendo y el joven que aprende recorriendo el escarpado camino de la autosuperación, la confianza en sí mismo y el sacrificio. No por repetida se trata de una mala historia. En el caso de “Kung Fu Panda”, de hecho, es una historia que se disfruta durante 92 minutos con algunos picos de hilaridad y un constante nivel de simpatía que permiten ver el filme sin inconvenientes.
Pero, hay que aclararlo, no se trata de una obra maestra. No es “Shrek”, para citar otro filme salido de la fábrica de animaciones de Dreamworks. “Kung Fu Panda” podrá ser divertida, llevadera y entretenida, especialmente para los más chicos. Pero no será uno de esos filmes de animación que deslumbrarán y conquistarán las pupilas de adultos e infantes.
Habrá que acostumbrarse a que, dejando de lado a la saga de “Shrek” (especialmente a la primera parte), los productos de Dreamworks son sólo agradables pasatiempos. “Madagascar” lo fue, “Bee Movie” lo fue, “Vecinos invasores” lo fue y “Kung Fu Panda” lo es. Pero también deberemos hacer notar que Dreamworks se está quedando atrás en la carrera que lleva adelante contra sus archienemigos de Pixar (“Toy Story”, “Monsters Inc.”, “Ratatouille”, “Buscando a Nemo”, etc.) y con sus impensados rivales de la Fox Animation (“La era del hielo”, “Robots”, “Horton y el mundo de los quien”, etc.). El año próximo habrá que ver quién apuesta más fuerte.