3 de diciembre de 2024
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Por Sebastián Martínez
"La conspiración": en nombre del hijo
2 de abril de 2008
Por designio de quién sabe qué criterio comercial, los argentinos conoceremos esta película como “La conspiración”. Pero lo cierto es que el nuevo filme dirigido por Paul Haggis y protagonizado por Tommy Lee Jones se titula de otro modo y prácticamente no hay conspiraciones en su trama.
Hecha esta aclaración, también vale la pena preguntarse por qué el nombre original del filme es “En el valle de Elah”. Se trata de una mención bíblica: Elah es el sitio donde David (quien luego sería rey de los judíos) venció al gigante Goliat, con una piedrecilla certeramente colocada dentro de una honda.
De todos modos, es curioso que los responsables del nuevo filme de Paul Haggis (director de “Crash, vidas cruzadas”) hayan elegido ese nombre. Es cierto que el episodio bíblico de David y Goliat es mencionado en la película. Pero esa cita parece un poco traída de los pelos: no hay en esta historia gigantes vencidos. Más bien, hay gente común transformada en monstruos. Una metamorfosis virulenta operada por la guerra.
Pero, en definitiva, ¿de qué trata “La conspiración”? El asunto es así. Un día, el policía militar retirado Hank Deerfield despierta con un llamado que le hacen desde una base del Ejército. Le preguntan si sabe dónde está su hijo. “En Irak, luchando contra Saddam”, responde Deerfield. “No”, le informan, “su hijo volvió hace una semana a los Estados Unidos, le dimos licencia y ya debería presentarse aquí”.
Al principio, Deerfield piensa que su hijo, a quien tiene por un joven inmaculado y responsable, quizás se haya excedido un poco en sus festejos al regresar del frente de batalla. Empieza a buscarlo en cabarets y tabernas. Pero no lo encuentra. La búsqueda sigue y, a cada minuto, se hace más angustiosa, más dramática y más reveladora.
No viene al caso adelantar aquí el modo en que Deerfield encuentra a su hijo regresado del frente. Pero sí marcar que a medida que indague en la suerte corrida por el joven soldado, el veterano policía militar irá descubriendo las transformaciones que, durante la guerra, sufrió su hijo y el resto de los jóvenes que combatieron en Irak.
Aquellos chicos que sus padres despidieron, ya no son los mismos luego de pasar por la trituradora de la guerra. Los buenos muchachos patriotas que partieron hacia Medio Oriento terminaron convertidos en sujetos insensibles, embrutecidos, hundidos en la violencia, el consumo de drogas y la crueldad.
Esa es la verdadera historia que cuenta “La conspiración”. La otra trama, la “oficial”, es una excusa para revelar los efectos de la guerra en la sociedad norteamericana, focalizada en su juventud.
Con un trabajo inobjetable del cada día más establecido Tommy Lee Jones y el sólido acompañamiento de Charlize Theron y Susan Sarandon, “La conspiración” sale airosa de un tema que se presta para la obviedad. Hay, claro, algún desliz, alguna frase sentenciosa que suena fuera de lugar o algún exceso de sensiblería. Pero en líneas generales, Haggis logra redondear un filme de denuncia y anti-bélico, sin caer en victimizaciones vacuas ni lugares comunes. No es poco hoy en día.
Hecha esta aclaración, también vale la pena preguntarse por qué el nombre original del filme es “En el valle de Elah”. Se trata de una mención bíblica: Elah es el sitio donde David (quien luego sería rey de los judíos) venció al gigante Goliat, con una piedrecilla certeramente colocada dentro de una honda.
De todos modos, es curioso que los responsables del nuevo filme de Paul Haggis (director de “Crash, vidas cruzadas”) hayan elegido ese nombre. Es cierto que el episodio bíblico de David y Goliat es mencionado en la película. Pero esa cita parece un poco traída de los pelos: no hay en esta historia gigantes vencidos. Más bien, hay gente común transformada en monstruos. Una metamorfosis virulenta operada por la guerra.
Pero, en definitiva, ¿de qué trata “La conspiración”? El asunto es así. Un día, el policía militar retirado Hank Deerfield despierta con un llamado que le hacen desde una base del Ejército. Le preguntan si sabe dónde está su hijo. “En Irak, luchando contra Saddam”, responde Deerfield. “No”, le informan, “su hijo volvió hace una semana a los Estados Unidos, le dimos licencia y ya debería presentarse aquí”.
Al principio, Deerfield piensa que su hijo, a quien tiene por un joven inmaculado y responsable, quizás se haya excedido un poco en sus festejos al regresar del frente de batalla. Empieza a buscarlo en cabarets y tabernas. Pero no lo encuentra. La búsqueda sigue y, a cada minuto, se hace más angustiosa, más dramática y más reveladora.
No viene al caso adelantar aquí el modo en que Deerfield encuentra a su hijo regresado del frente. Pero sí marcar que a medida que indague en la suerte corrida por el joven soldado, el veterano policía militar irá descubriendo las transformaciones que, durante la guerra, sufrió su hijo y el resto de los jóvenes que combatieron en Irak.
Aquellos chicos que sus padres despidieron, ya no son los mismos luego de pasar por la trituradora de la guerra. Los buenos muchachos patriotas que partieron hacia Medio Oriento terminaron convertidos en sujetos insensibles, embrutecidos, hundidos en la violencia, el consumo de drogas y la crueldad.
Esa es la verdadera historia que cuenta “La conspiración”. La otra trama, la “oficial”, es una excusa para revelar los efectos de la guerra en la sociedad norteamericana, focalizada en su juventud.
Con un trabajo inobjetable del cada día más establecido Tommy Lee Jones y el sólido acompañamiento de Charlize Theron y Susan Sarandon, “La conspiración” sale airosa de un tema que se presta para la obviedad. Hay, claro, algún desliz, alguna frase sentenciosa que suena fuera de lugar o algún exceso de sensiblería. Pero en líneas generales, Haggis logra redondear un filme de denuncia y anti-bélico, sin caer en victimizaciones vacuas ni lugares comunes. No es poco hoy en día.