"Cartas desde Iwo Jima": la otra mitad de la guerra - Asteriscos.Tv
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Por Sebastián Martínez
"Cartas desde Iwo Jima": la otra mitad de la guerra
14 de febrero de 2007
Clint Eastwood se gana cada vez calificativos más inesperados. Primero dejó atrás, y para siempre, la imagen de cowboy duro o de policía brutal que lo había encasillado como actor. Una vez puesto detrás de las cámaras, su carrera como director le ha deparado al público cinéfilo una sorpresa que no cesa.

Casi nadie lo recuerda, pero la carrera de Eastwood como realizador comenzó hace ya treinta y cinco años. En 1971, dirigió “Pasa Misty para mí”, una película de suspenso donde él mismo interpretaba a un musicalizador de radio acosado por una mujer obsesionada, en una trama que luego sería casi calcada en “Atracción fatal”, con Michael Douglas y Glenn Close.

Pero ésa es otra historia. Lo cierto es que en las últimas tres décadas y media, Eastwood dirigió casi 30 filmes y su progresión es asombrosa: de él se puede decir que cada día filma mejor. De hecho, su fama como director llegó recién en 1988, cuando decidió poner en la pantalla la turbulenta vida del saxofonista Charlie Parker, en “Bird”.

Con ese trabajo se ganó el respeto de la industria y de la crítica. Desde entonces, Eastwood no para de mejorar. Repasemos sólo algunos de sus títulos: el inolvidable western “Los imperdonables” (1992), la sensible “Los puentes de Madison” (1995), la perturbadora “Medianoche en el jardín del bien y del mal” (1997), la justiciera “Jinetes del espacio” (2000), la demoledora “Río místico” (2003) y la triste “Million Dollar Baby” (2004).

Con los innumerables premios que le valieron estos filmes y 76 años a cuestas, Clint Eastwood había dado prácticamente todo y ya nadie sabía qué más se podía esperar de este veterano. Pero él tenía un as en la manga: se le ocurrió asociarse con Steven Spielberg, irse a filmar a Islandia y meterse con la Segunda Guerra Mundial. E hizo no una, sino dos películas sobre la cruenta batalla de la isla de Iwo Jima, donde murieron 19 mil japoneses y 7 mil estadounidenses.

La primera de ellas, ya estrenada en enero en Buenos Aires, es “La conquista del honor” y se sumerge en la historia detrás de la famosa foto que dio la vuelta al mundo, mostrando cómo seis soldados izaban una bandera sobre un peñasco de Iwo Jima. Pero, sobre todo, ese filme indagaba la utilización política del horror de la guerra, de la parte más oscura de la financiación del belicismo y de la inexistencia de los héroes.

Ahora llega “Cartas desde Iwo Jima”. La contracara de “La conquista del honor”, se podría decir. Pero, para ser más precisos, habría que hablar de otra de las inagotables formas de mostrar la guerra, esa guerra particular, esa batalla de seis semanas y miles de muertos.

La película, hablada en japonés y estelarizada por actores nipones, no tiene un centro argumental, quizás porque la guerra tampoco lo tiene. Es, sencillamente, el reflejo de las experiencias que debe atravesar un grupo de oficiales japoneses antes y durante el asedio a la desolada isla del Pacífico.

Un general, estratega brillante y humanitario, manda a excavar túneles a lo largo de todo el peñasco, pero sólo puede pensar en su esposa. Un soldado sólo quiere sobrevivir para regresar a su panadería y ver a su hija recién nacida. Un oficial salva la vida de un enemigo y recuerda su paso como estrella de la equitación en Los Ángeles. Un sargento prefiere morir antes que defraudar al Emperador. Otro se subleva y, en su fanatismo, pretende atacar por sí solo a todo el ejército norteamericano.

Los relatos se van hilvanando y cada uno muestra una de las tantas dimensiones trágicas del conflicto armado. Así como en “La conquista del honor” el tema dominante era la arbitraria construcción del heroísmo, aquí lo que entra en juego es la tensión entre la impuesta honorabilidad del combatiente y su apego a la vida (a la propia y a la ajena).

De este modo, generalmente sutil, aunque no faltan la sangre y las mutilaciones, Eastwood vuelve a deslumbrar. No en vano, “Cartas desde Iwo Jima” tiene cuatro nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor película, mejor guión y mejor director. No en vano, ya recaudó 40 millones de dólares sólo en Japón (en Estados Unidos, sólo 10 millones). A los seguidores de este viejo e inoxidable prócer de Hollywood sólo nos resta disfrutar de ésta, su última creación, y tratar de adivinar cuál será su próximo acierto.