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3 de diciembre de 2024
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Por Sebastián Martínez
"Lo que el agua se llevó": sapos vs. ratones
28 de diciembre de 2006
Casi todos los amantes del cine de animación ya saben lo que el equipo de la compañía Dreamworks es capaz de dar. Como muestra basta recordar cualquiera de las dos entregas de “Shrek”, una saga que (quizás junto a “Toy Story”, de Pixar) marcó un hito en el género y que ahora se prepara para entregar un tercer capítulo.

Pero no es el gran ogro verde el que convocará a los chicos argentinos a los cines a partir del 4 de enero. Para el regreso de Shrek y Burro habrá que esperar algunos meses más. El nuevo desembarco de la compañía creada por Steven Spielberg se llama “Lo que el agua se llevó” y es también, a su modo, una fábula, uno de esos cuentos donde los animales cargan con todas las virtudes y los defectos humanos.

En “Lo que el agua se llevó” los protagonistas son ratones. Y los villanos son sapos. Eso es lo primero que hay que saber para entender las tres historias simultáneas que se desarrollan, que son también tres niveles de lectura, ninguno de ellos excesivamente complejo y todos sazonados por un ritmo narrativo arrollador.

El argumento básico es el siguiente. Roddy (que en la versión original lleva la voz de Hugh Jackman) es un ratón “adinerado”, una mascota de la alta sociedad británica que pasa sus días en la lujosa vastedad de una mansión londinense, encerrado en su jaula de oro. Su vida transcurre de modo solitario y algo superficial, hasta que un día Sid, un ratón de los fondos cloacales interpretado por Shane Richie, irrumpe en su mundo y termina enviándolo cañerías abajo.

Allí abajo, entre desesperado y deslumbrado, nuestro dandy roedor conocerá el funcionamiento del mundo real, donde los ratones son animales gregarios y algo desamparados. Pero, esencialmente, conocerá a Rita (Kate Winslet), una ratona encantadora y curtida por la vida, que es perseguida por los sapos que comanda el megalómano y resentido Toad, con las impagables cuerdas vocales de Ian McKellen.

Allí ya tenemos los elementos para que las tres líneas narrativas de “Lo que el agua se llevó” empiecen a funcionar. Primero, la historia del ratón rico y el ratón pobre, y su consiguiente moraleja sobre la siempre insuficiente relación entre el dinero y la felicidad. Segundo, la historia romántica: una ratona aventurera y un ratón algo fóbico pero simpático que van conociéndose uno al otro hasta que surge el amor. Tercero, la vieja batalla entre el bien y el mal: de un lado, los ratones que luchan por sobrevivir en las cloacas; del otro, los sapos que pugnan por dominar el inframundo de los desagües.

El resultado tiene una apariencia entretenida, quizás porque entre las persecuciones y los retruécanos a los que los guionistas de Dreamworks nos tienen acostumbrados, el espectador no tiene demasiado tiempo para detenerse y digerir lo que está viendo. Quizás porque las voces detrás de las animaciones saben cómo hacer su trabajo: Jackman, Winslet, McKellen y habría que agregar al francés Jean Reno, que aparece promediando el filme. (Hay que hacer notar, por otra parte, que la versión doblada transforma el slang londinense de la original en una tonada mexicana algo irritante.)

Lo cierto es que “Lo que el agua se llevó” no alcanza los standards de talento e hilaridad que hicieron de “Shrek” un monumento al cine de animación, y apenas si roza lo alcanzado por “Vecinos invasores”, su más reciente antecesora. Pero continúa siendo, pese a todo, una alternativa válida para las largas vacaciones escolares.