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23 de noviembre de 2024
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Por Carlos Nasif
Por qué no pueden acordar el Gobierno y el campo
27 de mayo de 2008
Casi como si recién comenzara la puja entre el Gobierno y el campo, se renovaron las diferencias que hacen promover una nueva protesta del sector rural y una amenaza tangible de afectar a los ciudadanos.

Este conflicto que para la mayoría lleva 75 días, en realidad tiene más de 4 años de vida y sólo se cristaliza en los medios masivos de comunicación ahora por las consecuencias del paro más feroz de la historia del sector agropecuario, por su extensión y consecuencias.

Los Kirchner nunca se llevaron bien con el agro. Ni siquiera cuando gobernaban Santa Cruz, donde la actividad no tiene tanta incidencia en la economía como a nivel nacional. Sin embargo, siempre hubo espacios para los desplantes de Néstor Kirchner para los dirigentes rurales santacruceño.

Durante la presidencia de Néstor Kirchner los cortocircuitos con el campo fueron constantes, lo que sucedió es que la dirigencia no se animó nunca a protestar como lo está haciendo ahora.

Los mismos temas, la misma estrategia, los mismos protagonistas. Y lo peor, los mismos resultados.

Sólo algunos detalles bastan para revelar las diferencias: Kirchner jamás asistió a una inauguración oficial de la muestra rural de Palermo, en un récord casi propio del patagónico en la historia de la exposición rural más importante de Latinoamérica.

También la discusión por las retenciones tienen una larga data, aunque ahora suma como agraviante la condición de móviles y afectando a un mayor espectro de intereses y protagonistas del sector.

Entonces, con un panorama tan disímil en cuanto a las posibilidades de acuerdo, la pregunta es ¿cómo se sale de esta encrucijada?

La dirigencia rural está empujada por las bases y aunque ellos retrocedan, los productores de las rutas no se van a bajar. El Gobierno no va a dar un paso atrás y si lo hace es para imponer una medida aún más dura para la producción.

Además está juego un estilo muy particular de gobernar de los Kirchner y que consiste en imponer sus ideas a cualquier precio, aún mintiendo, engañando o presionando.

El largo paro agropecuario le está costando mucho millones al sector, no sólo al Gobierno.

Actividades comerciales paradas, inversiones pospuestas, empleados suspendidos, exportaciones demoradas, todo ha afectado a miles de hombres de campo que ya claman una solución, pero sin dar un paso atrás.

El Gobierno aún no siente demasiado el golpe económico, tal vez sí el político y puede tener un impacto mayor que el financiero.

Sin embargo, como sucede con el campo, no está dispuesto a dar un paso atrás y hasta renueva su desafío con una nueva propuesta que mantiene las retenciones móviles y las aumenta.

El campo sabe que es el primer sector que se le animó a plantársele a los caprichos y fortaleza económica de los Kirchner. Esto fue producto de los propios errores del matrimonio gobernante, pues hubo cierta imprudencia en subestimar la fuerza del campo.

El tercer ojo, que mire este conflicto con criterios imparciales, está en los gobernadores. No es sencillo, porque hay muchos intereses en juego, pero no hay muchas más variantes para resolver un conflicto que cada vez está más lejos del acuerdo.