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Por Carlos Nasif
En el límite de los riesgos llegaría la definición
27 de marzo de 2008
Las consecuencias por el paro del campo están transitando la delgada línea que divide los riegos. Si la protesta pasa de esta semana los inconvenientes para la sociedad y el campo serán mucho más graves que si la solución llega antes de que pase el fin de semana. Y los daños harán más mella en las grandes ciudades.

El nivel de desabastecimiento se agrava día tras día y ya comienzan a protestas los pequeños comerciantes frente a la posibilidad de no poder mantener sus negocios. Los pobladores ya tienen que caminar más de la cuenta para conseguir alimentos básicos.

Las labores en los campos comienzan a intensificarse en los próximos días y una jornada perdida para el productor puede significar perder mucha plata, además del desgastes físico-mental de mantenerse en las rutas bajo la presión de un clima tenso.

Para el campo la solución es una: retrotraer las retenciones al 35 % fijo que regía hasta el 10 de marzo. El Gobierno ahora hace una jugada de poner al frente al Gobernador de Buenos Aires, que pidió una prórroga de 48 horas a los ruralistas para negociar. Si esto sucediera el Gobierno habría logrado mejorar su posición, porque podría reabastecer los supermercados de las grandes ciudades y así calmar las necesidades básicas de la población.

Si bien el sustento que mantiene vivo el paro del campo sigue siendo el tema de las retenciones, el eje del conflicto es más amplio. La situación económica del campo es endeble porque los números no cierran con valores de impuestos como los actuales para la mayoría de los productores, que aunque tengan capital de tierra que superen los 500.000 dólares sus rentas no alcanzan muchas veces ni para cubrir las necesidades básicas.

Pero más allá de ese concepto económico-social, también hay cuestiones políticas que están en juego. El campo no quiere ceder fuerzas porque considera su reclamo justo; el Gobierno no quiere ceder porque considera que el campo exagera; los gobernadores de las principales provincias agropecuarias hacen fuerza para terminar con los cortes de rutas y escasez de alimentos, y la debilitada oposición sólo es representada por Lilita Carrió, que defiende la producción.

Otros enfrentamientos, más graves por lo que representa, se dan en las rutas, entre camioneros y productores. La limitada intervención de la policía pone en riesgo permanente las posibilidades de que surjan incidentes, como los sucedidos en Jesús María o Gualeguaychú.

Las intervenciones de Hermes Binner o Juan Schiaretti no dieron mayores resultados. Ahora es el turno de Daniel Scioli, que tiene el límite acotado para resolver un conflicto que llamativamente tuvo poco sentido común por la tozudez de las partes.