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Por Carlos Nasif
El tironeo por la soja y sus costos reales
15 de enero de 2007
Hace un mes, en esta misma columna, se habló sobre el destacadísimo papel que cumple la soja en la agricultura actual y cómo su influencia ha acaparado la atención de todos, al punto de generar polémicas, debates y, ahora, motivos de disputas políticas.

Es indudable que el Gobierno argentino es el mayor agricultor del mundo. Sin arriesgar un peso recauda por año unos 9000 millones de pesos por retenciones y
ahora ha resuelto que quiere ganar más y aumentó las retenciones en soja y sus derivados un 4 %, por lo que se estima que los ingresos al Estado aumentarán
este año unos 400 millones de dólares.

El mayor impacto sobre los bolsillos de los productores se verá a partir de marzo o abril, cuando se intensifique la comercialización de la soja que ya está sembrada.
Estimaciones privada revelan una cuenta sencilla: de los 240 dólares que se paga la soja en el mercado internacional, el productor recibe 186 antes de este
aumento de las retenciones y recibirá 176 cuando ya le apliquen el nuevo arancel.

El objetivo de esa nueva imposición a la soja, que es el cultivo coon mayor presión fiscal el país, y asimismo el de mayor área sembrada y cosecha, es destinar los
fondos a subsidiar alimentos. La modalidad para aplicarlo es difícil de entender y, tal vez, también de aplicar.

El tiempo dirá lo propio.

En lechería se intentó el año pasado algo similar. Se aumentaron en julio de 2005 las retenciones al sector con el objeto de mantener los precios de los lácteos
locales. El sistema fracasó, se cayeron las exportaciones de queso y finalmente hacia fines del año pasado se dio marcha atrás con el aumento y se retrotrajeron los
valores a niveles de julio de 2005.

Por la soja se produjo el primer cortocircuito político del año, en un año muy particular por las elecciones presidenciales.

El campo viene entonado después de dos paros exitosos del año pasado y el Gobierno sabe que tiene margen para meter mano en la soja, por eso los tironeos son muy firmes como para pensar que nuevamente se puede romper la soga y reiterarse las medidas de protestas.

Se cree que este año la cosecha de soja será de 43 millones de toneladas y que será casi la mitad de la cosecha total del país, estimada en 85 millones de toneladas. Si es esto se concretara para mayo próximo, que es cuando termina la trilla de los granos gruesos, estaríamos frente a un nuevo récord agrícola.

Más del 90 por ciento de la soja se exporta, ya sea como grano o como subproducto (aceite o pellets para alimentos) y es el principal rubro exportador del país. Durante 2006, 4 empresas aceiteras ocuparon los primeros 6 lugares del
ranking de compañías exportadoras del país. Esas mismas empresas no ocupan ninguno de los primeros veinte lugares de las firmas más importadoras del año. Es decir, la soja es pura generación de divisas.

¿Porqué aumentar las retenciones? Porque es sencillo recaudar y seguro. Porque además la tendencia mundial en cuanto a los granos está en alza por la demanda
internacional y el Gobierno sabe que el impacto de esta medida no tendrá repercusión en el ámbito interno, con la excepción de la bronca que genera en los
productores.

La producción tuvo sus primeros zimbronazos esta semana y anuncian que los puede tener en este año. El comportamiento del mercado muestra algunas oscilaciones que pueden marcar la línea. Durante toda esta semana la oleaginosa estuvo por encima de los 600 pesos la tonelada, pero el día del anuncio de la suba de las retenciones bajó por debajo de ese nivel; luego se recuperó.

Algunos analistas internacionales comienzan a advertir que el aumento en el precio de los commodities podría enfriarse este año y cortarse un ciclo de 5 años alcistas.

El derrumbe llegaría de la mano de la caída en los valores en el petróleo y los metales.

También influye un muy buen año de la agricultura brasileña, que espera una cosecha de 120 millones de toneladas.

En definitiva son todas presunciones: que concluye el ciclo alcista de los precios, que cosecha será récord en argentina para este año, aunque en gran medida eso
dependa del clima; o del éxito de los subsidios a los alimentos para contener la inflación.

En eso parece estar convirtiéndose el negocio del campo. En una gran timba de presunciones, donde el Estado juega un papel decisivo para quedarse con una
porción importante de la torta y en contraposición con lo que hacen los países desarrollados que también aplican subsidios, pero a sus granjeros para que sigan
produciendo y compitan en el mundo con mejores posibilidades.