Por Carlos Nasif
La sequía no da tregua y ya afecta la campaña agrícola
18 de septiembre de 2006
Un inesperado protagonista se está adueñando de todas las miradas en el campo. La sequía se instaló en la Pampa Húmeda y ya hizo daño.
La campaña agrícola de este año ya esta signada por la escasez hídrica. Los primeros datos de los analistas revelan que el trigo está afectado en un 30 % y que el resto de los cultivos de verano está retrasados y varias miles de hectáreas con riesgos.
Los datos no son menores considera la fuerte influencia de la agroindustria en las exportaciones y el efecto de las retenciones sobre los resultados fiscales.
Ya está sembrado el trigo y la superficie sembrada fue un 3,3 % superior a la del año pasado, que fue baja y trajo una serie de conflicto por ser este grano la materia prima de alimento básicos, como el pan.
Si a este panorama se le suma que se está desarrollando con bajo nivel hídrico, los números de la cosecha serán similares o inferiores a los del año pasado, con lo que otra vez los remanentes para exportaciones serán mínimos, con una demanda externa creciente.
Esto está influyendo en los mercados y se sentirá más en las próximas semanas, dicen los analistas. El trigo, a esta altura del año, está un 12,2 % más caro que en el mismo período de 2005. Subas similares se da en otros cultivos como el girasol y un poco menos se observan en maíz y soja, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Las perspectivas climáticas no son alentadoras y esto tiene en llamas el mercado. Si bien el último informe de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos de los Estados Unidos dio por terminado el proceso de “La Niña”, que provocó esta seca. Sin embargo, las habituales lluvias de fines de septiembre se demorarán y ese período que se retrasen las lluvias será el delgado límite para un productor entre una buena o mala campaña.
Contra el clima no hay recetas que lo modifique. Tampoco hay demasiadas herramientas legales o comerciales para atenuarlo.
La estratégica campaña de granos gruesos, que comprenden las oleaginosas soja y girasol, y el maíz, otro cereal clave para la exportación, tiene más de 2 millones de hectáreas con escasez hídricas, con lo cual está comprometido su rendimiento final. El resto de la superficie, que se está sembrado está atrasada por la sequía y dependiendo de cuándo se corte esta situación se sabrá el grado de inconvenientes que afrontarán a la hora de cosechar.
Es un problema a mediano plazo que tendrá que afrontar el Gobierno, porque se reducirán los ingresos del campo y eso tiene un efecto cascada sobre varios sectores: el fisco, las economías provinciales y las ciudades y esto puede traer mucho malhumor en un año electoral.
De los 40.000 millones de dólares de las exportaciones del 2005, más de la mitad se originaron en el campo y lo recaudado por retenciones equivalió al superávit fiscal de ese año. Asimismo, de los 21.000 millones de dólares que exportó el agro, 8.000 millones son productos primarios, es decir directo del productor al barco.
Las primeras estimaciones oficiales suponen una cosecha anual de 70 millones de toneladas, muy lejos del récord de 84 millones alcanzado hace un par de años y mucho más distanciado de la aspiración del sector del lograr las míticas 100 millones de toneladas, para el que se están preparando las plantas industriales.
La coyuntura no está dejando ver la acumulación de factores que pueden generar serios conflictos el año próximo, como ya ocurrió este año con la carne y el trigo. La demanda externa sigue firme y el avance de nuevas técnicas que demandan más producción, como la elaboración de energía de origen rural, tiene en jaque a la campaña agrícola.
En el campo esperan que no se produzca el último movimiento en el tablero que termine el juego.