Por Alejandro Ramírez
A medida que pasan los días y las indefiniciones son una moneda corriente en el dialogo impuesto entre el gobierno nacional y las entidades del campo, la situación comercial del sector agropecuario cada vez se complica más.
Fuera del sentimiento de enojo que tienen los productores agropecuarios, la incertidumbre pasó a ser una sensación que embarga a todos por estos días. Y todos son los acopiadores, corredores, cooperativistas, molineros, exportadores, vendedores y comercializadores de insumos, importadores, fábricas de maquinarias, estaciones de servicios, etc.
Y en el “etc” están involucrados aquellos que no dependen directamente del campo, sino dependen de que al campo le vaya bien para poder seguir desarrollando sus actividades, como la concesionaria de autos, el tintorero, el almacén, la boutique, los restaurantes, las agencias de viaje, el peluquero y todos aquellos que desarrollen su actividad en alguna de las muchas ciudades que se encuentran ubicadas en el interior de nuestros país, (dicese fuera de la ciudad de Buenos Aires).
Y esta situación de incertidumbre hace que todos piensen en un futuro agorero, desesperanzador, donde los negocios se achicarán, se venderá menos y la tormenta de la inflación y falta de dinero golpeará nuevamente la puerta de todos los habitantes de la Argentina.
¿Qué pasaría si nuevamente se vuelve al paro? Perderíamos la poca credibilidad comercial que tenemos en el exterior, teniendo que cancelar muchos de los contratos ya convenidos. Se agravaría la situación de la actual cortada cadena de pagos, cuando ya hace más de 15 días nadie paga nada. Se dejarían de realizar grandes transacciones como son las compras de maquinarias, campos y arrendamientos (situación que ya está ocurriendo).
Recordemos que muchos de los negocios concretados en las ferias y exposiciones fueron cancelados por los propios productores. ¿Qué va a ocurrir con los granos? Plena cosecha de maíz con más de 20,5 millones de toneladas y plena cosecha de soja con más de 49 millones de toneladas de producción. ¿Alcanzarán los silos bolsas? ¿Se bancarán los acopios semejante volumen? ¿Cuánto tiempo se puede estar sin vender? ¿Los bancos –especialmente los oficiales- no comenzarán a ejecutar las cuentas hipotecarias con retrasos en sus cuotas? ¿El rechazo de cheques por falta de fondos será cosa de todos los días?
Todas preguntas que lamentablemente podemos imaginar sus respuestas, sin tener la certeza que las mismas sean las correctas. Estas incógnitas se develarán con el pasar de los días.
Lo que sí todos están de acuerdo –las autoridades del gobierno y los partícipes de agro nacional- que la actual y posible futura situación que puede llegar a ocurrir no va a beneficiar a nadie, al contrario perjudicará gravemente a todos. Lógicamente, ninguno de los partícipes en esta discusión lo manifiestan públicamente, sabiendo también que todos son culpables de haber llevado esta disputa a caminos sin retorno con casi ninguna salida digna y victoriosa. Esperemos que prive la cordura, el sentido común, la responsabilidad y los buenos oficios, cosas que son difíciles de encontrar por estos días en nuestra Argentina.